Comencemos esta semana hablando de dos de los grandes artistas del momento, coetáneos pero tan distintos.

Miquel Barceló (Palma de Mallorca 1957) no para de producir obra en su taller en París, para él pintar es como hacer submarinismo y contemplar su obra lo corrobora; ahora exhibe sus lienzos en la Galerie de Thaddaeus Ropac, uno de los grandes galerista europeos del momento, y prepara dos exposiciones para 2016, una en la Biblioteca Nacional de Francia y otra en El Museo Picasso de París. Además por estos días tenemos a la venta tres de sus obras de la década de los ochenta, que es de las más cotizadas. Sabido es que la biografía de un artista está en su obra, y a ello podemos añadir el amor de Barceló por África y su fascinación por la etnia dogón y su religión animista; también ha formado parte del Comité Científico que pilotó la reproducción de la Cueva de Chauvet en Francia, parece ser que esto le produjo un auténtico shock que le hizo entender la historia del arte de un modo distinto. Su arte impresiona. A nosotros nos encantaría verla, creada hace 35.000 años, es una de las joyas de arte rupestre que muestra la enorme habilidad de los artistas. La reproducción se ha hecho con los mismos materiales que utilizaron antaño; sobre 8.500 metros cuadrados se reproducen cerca de mil figuras y una presencia humana, una mujer con cabeza de Bisonte -una chamán-. La réplica visitable, para evitar el deterioro de la original, ha costado 59 millones de dólares y aunque no consigue recrear el ambiente misterioso y la grandeza de la cueva original, ni la sensación de un profundo encuentro con el pasado, sí captan el espíritu de los originales y dan vida a los animales que caminan con gracia y poderío por la roca; un tributo al imperecedero impulso de los artistas de todos los tiempos por retratar la vida. Emociona.

Gilles Tosello pintando en la réplica de la cueva de Chauvet
Gilles Tosello pintando en la réplica de la cueva de Chauvet

Jeff Koons (Pensilvania 1955) es otro “pez gordo” que inaugura una muestra retrospectiva de su obra en el Museo Guggenheim de Bilbao el 9 de Junio patrocinada por la Fundación BBVA. 3.500 metros cuadrados con 96 obras de arte que provienen de colecciones privadas europeas y norteamericanas. Su arte te deja mudo, al menos a quien quiere entender y no realizar juicios banales, y sus cifras de venta perplejo; lo que sí es cierto es que ha creado un lenguaje propio y su biografía personal está inmersa en una permanente reflexión y crítica de la sociedad y sus clichés. A ello le avala un prolífico taller, con decenas de asistentes, cuyo proceso controla de manera fehaciente.  Al leer sus reflexiones y sus inquietudes se puede ver una persona lúcida que entra al juego de un modo limpio, a pesar de sus detractores y de lo cuestionable de sus creaciones. Arthur Danto dijo: “A todo el mundo le gustaría el arte de Jeff Koons salvo a aquellos a los que les educaron para que no les gustara”. Hay una historia que vivió el propio Koons en Octubre de 1997, cuando ante sus ojos y oídos y días previos a la inauguración del Museo Guggenheim, un ertzaintza de 35 años fue asesinado por ETA a balazos ante el edificio. Koons cogió un avión de vuelta a Nueva York y su obra “Puppy”, por la que el museo pago $ 1.2 millones, se estreno sin la presencia de su progenitor. La obra de Koons hay que intentar entenderla. Bilbao también inaugura estos días Azkuna Zentroa un festival: “Encuentro Internacional de Nuevas Formas Escénicas 3, 2, 1” dedicado a la performances, en la que los artistas mezclan música, teatro y danza.

Jeff Koons - Play Doh, 2014
Jeff Koons – Play Doh, 2014

Respecto al coleccionismo en arte, parece que tan solo tres mil coleccionistas dominan el mercado a nivel mundial, tienen dinero, ambición y poder y las casas de subastas son suyas. Estamos en la Edad de oro de la especulación, sabemos algunos nombres como: Stefan Simchowitz, voraz coleccionista de artistas emergentes; Ely y Edythe Broad, que inauguran en Los Ángeles el museo de su colección personal; Ella Fontanals-Cisneros que tiene una de las mejores colecciones de arte Latinoamericano del mundo con Fundación en Miami; Emilio Pi y Helena Fernandino con una colección de videoarte; Juan Bonet, mallorquín, Marcos Martín Blanco que proyecto mostrar sus tesoros en un espacio museístico en Segovia; el argentino Aníbal Jozami, José Mugrabi con una impresionante colección de Warhol; Larry Gagosian “el amo”, representante de Richard Serra y Jeff Koons; Jay Jopling, el galerista de Damien Hirst. Todos ellos protagonizan las grandes compras de arte. No olvidemos que “coleccionar es una maravillosa ludopatía” como dice Soledad Lorenzo. Hay un coleccionista creador de movimientos artísticos, Charles Saatchi, que creó el shock art, que oscila entre la provocación y la fiesta. El famoso Hirst obsesionado con la muerte, y cuya obra nos deja sin palabras, fue una de sus creaciones, su encuentro fue fulminante, Damien participó en Londres en 1988 en una expo de jóvenes creadores, Saatchi pasó por allí y entre ellos se estableció una excitación mutua que ha constituido una de las locuras creativas del arte contemporáneo. La obra de Damien Hirst  “Mil años” era una gran caja transparente con cientos de gusanos y moscas revoloteando en torno a la sangrante cabeza de una vaca. Sin comentarios.

Damien Hirst - Thousand years, 1988
Damien Hirst – Thousand years, 1988

Cerramos este blog contando que el Pabellón de Islandia en la Bienal de Venecia exhibía una instalación que simulaba una Mezquita, obra del artista Christoph Büchel (Suiza 1966), y los musulmanes la usaban para orar; el caso es que la han tenido que cancelar porque es una obra de arte, una instalación, no un centro de culto. De ahí podríamos extraer el mensaje que quiso el artista insinuar, algo así como que el islam está entre nosotros, forma parte de nuestras vidas y debemos intentar entenderlo. Es un placer para nosotros escribir este blog. Gracias por llegar hasta aquí.

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