En estos días es una de las noticias más comentadas, el récord que ha supuesto la venta de la obra “Salvator Mundi” de Leonardo da Vinci en la casa de subastas Christie’s de Nueva York.

La obra tiene 500 años, y ha pasado por distintas restauraciones deficientes y repintes. Según Jerry Saltz, crítico de arte de la revista New York Magacine, su superficie es inerte, lívida y repintada tantas veces que parece al mismo tiempo vieja y nueva.

Algunos expertos dudan de su autoría, otros la defienden, como Robert Simon, doctor en Historia del Arte en la Universidad de Columbia en Nueva York y uno de los mayores expertos en Leonardo, que confirmó su autenticidad tras un minucioso estudio que duró seis años.

Sin embargo, Frank Zöllner, de la Universidad de Leipzig, han dicho que podría ser un producto de alta calidad del taller de Da Vinci o incluso de un discípulo posterior.

La diferencia entre que la obra sea de su taller, de uno de sus discípulos o de la mano del genio resulta inmensa, de vértigo, es la que separa 40.000 euros de 400 millones.

Lo que sí está clara es la gran estrategia de marketing que ha acompañado a todo el proceso. La tabla viajó  Hong Kong, Londres y San Francisco antes de ser subastada en Nueva York; la comunicación y las redes sociales han conseguido que la obra tenga un protagonismo absoluto y, lo que es más importante, la estrategia de subastarla junto con obra contemporánea ha resultado ser de lo más eficaz.

Ahora muchos se preguntan si este hito puede suponer la revalorización de los Grandes Maestro Clásicos en el Mercado del Arte, en el que en los últimos tiempos han dominado el mercado los artistas modernos y contemporáneos.

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