Henri de Toulouse-Lautrec está entre nosotros. Ya es la segunda vez en poco tiempo que una muestra nos ofrece el arte de este genio de la creación independiente como es Toulouse Lautrec, una figura fascinante por lo especial de la época en la que vivió y lo que aportó.

El hedonismo y la sed de vivir le definían en la Belle Époque Parisina de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. El artista exploro los placeres de una época en el que la producción en serie animaba a destacar el cartel y elevarlo a la categoría de arte.

La Fundación Canal en Madrid, por estos días expone la muestra “Toulouse-Lautrec y los placeres de la Belle Époque” en el que exhibe 33 piezas seleccionadas y diseñadas por el artista aristócrata, traídas del Musée D´Ixelles de Bruselas, y 32 obras más de diversos artistas para recrear una época libertina y revolucionaria en el arte. Entre los artistas invitados están autores como Alphonse Mucha, Jules Cheret o Theophile-Alexandre Steinlen, entre otros.

Henri de Toulouse-Lautrec (1864 – 1901) procedía de un ambiente elitista de riqueza, sus padres primos hermanos le causaron por la consanguineidad una enfermedad genética que le dejó unas piernas muy cortas. Durante veinte años de su vida desarrollo un frenesí creativo que hoy exhibe esta exposición dividida en cuatro partes: Los placeres de la noche, Los placeres de los escenarios, Los placeres literarios y los placeres modernos.

En sus obras están representadas todas las clases sociales, son una clara demostración de la habilidad y crudeza con que captaba la psicología de los personajes. Su fama se extendió por París, tanto por su obra como por los escándalos que protagonizaba cada vez con más frecuencia. Su familia le internó en un sanatorio en 1899 para tratar de solucionar sus problemas de alcoholismo, y finalmente murió de un ataque de apoplejía en 1901 con treinta y seis años de edad.

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