El más importante pintor flamenco de todos los tiempos fue Peter Paul Rubens (Siegen, Sacro Imperio Romano Germánico, actual Alemania, 1577-Amberes, Flandes (Países Bajos Españoles), actual Bélgica, 1640). Es el artista del siglo XVII que asumió más plenamente el espíritu Barroco de la Contrarreforma. Su vida, lejos de ser un artista bohemio, se caracteriza por ser activo en la política de su tiempo, diplomático, que realizaba continuos viajes y negociante.

Tenía un carácter poderoso, jovial. Rubens era un vividor. Tenía un inmenso taller en el que destacaba la numerosísima obra grandiosa, vitalista, colorista, de un artista católico, pero sin ascos a la mitología, provocativo; se podría decir que es el ejemplo máximo de las formas barrocas.

El taller de Rubens.

Taller regentado por un hombre de mundo. Él fue el que, durante un viaje a España, conoció a un joven Velázquez, y viendo su fuerza, le aconseja viajar a Italia, para conocer el arte de allí, como alumno aventajado. Hablamos de Velázquez, pero otros muchos artistas salieron de su taller, como por ejemplo Van Dyck, Jordaens y Snyders.

En su taller, él proyecta y aboceta, dejando a sus discípulos el traslado de la idea al lienzo, pero ajustando la formación de los alumnos a la mejor facultad de cada uno. Consigue verdaderos especialistas en paisaje, en desnudo femenino, en bodegón, en animales y vegetales, reservándose a sí mismo el terminado final de la obra, bien sea en el rostro de los retratados, o bien en correcciones delicadas.

El taller de Rubens en Amberes produce multitud de obras, y algunas sí son enteramente suyas. Es un hombre culto, poseedor de cualidades clásicas, pero dejando salir el espíritu barroco, que muestra en la ampulosidad de volúmenes, en la riqueza del color, y en el sentido del movimiento.

Fue católico y practicante, podría decirse que paladín de la Contrarreforma artística. Tenía una impresionante formación flamenca, por eso disfrutaba con el detalle concreto, con la finura de las telas, y con la minuciosidad de los objetos.

Influencias en Rubens.

En su trayectoria, a los veintitrés años, entra al servicio del Duque de Mantua; ahí se impregna del estilo de Caravaggio, entendiendo los contrastes lumínicos, la utilización de las sombras, y el realismo de los personajes. Otros de los maestros que influyeron en él fueron los Carracci, aportando su formación clásica, notoria, por ejemplo, en “Las tres gracias”.

También hay que destacar cómo le impresiona la pintura veneciana, destacando a Tintoretto, por sus originales composiciones y el colorido manierista, y a Tiziano, por cómo se apropia del color.

La monumentalidad, la torsión y la grandeza de Miguel Ángel, la adopta, otorgando dinamismo y fuerza expresiva a la obra de Rubens. Este eclecticismo se documenta tras sus visitas e España, para admirar las colecciones reales, especializadas en italianos y flamencos. Llegaba a la corte española con su talante elegante y su poderosa imaginación. Todo un derroche creativo, que destaca en el colorido espléndido, la composición dinámica, y la fuerza con la que arrastra la vista y el ánimo del espectador.

Obras de Rubens, cronología.

Si vemos su cronología, desde los veintidós años se ve su talento, en la obra “Eva y Adán”, hoy en el Rubenshuis, la Casa Museo de Rubens en Amberes, o en el “Retrato del Duque de Lerma”, en el Museo del Prado de Madrid, al igual que su “Apostolado”, que pertenece a este mismo periodo.

A los treinta años produce “San Jorge y el dragón” (Museo del Prado). De 1609, es decir, con treintaidós años, produce la “Adoración de los Magos” y su “Autorretrato con Isabel Brandt”. Famosos por sus escorzos, su dinamismo, y el tremendo movimiento de sus figuras, destacamos “La erección de la Cruz” y “El descendimiento”, ambas en la Catedral de Amberes.

Más sobre la vida y la obra de Rubens.

Un evento importante es la contratación del artista, a sus cuarenta y cinco años, para la realización del encargo de la vida de María de Médici, segunda mujer de Enrique IV de Francia. El ciclo de María de Médici se compone de veinticuatro paneles de gran tamaño, que actualmente se muestra en el Museo del Louvre de París. Aunque el programa fue vasto, Rubens triunfa, con sus dotes de colorido, anatomía, movimiento y observación de los retratados.

En 1628 vuelve a Madrid. Es en este momento en el que conoce a Velázquez, quedando deslumbrado por las disposiciones extraordinarias de nuestro pintor, que sólo necesitaba pulirse.

Respecto a su vida personal, enviudó de Isabella Brant, y se casa con una sobrina de ésta, Helena Fourment, bastante más joven, y que alegrará su vida, en ese momento un tanto pesimista por el fracaso de sus esfuerzos diplomáticos por la paz de Europa.

En 1638-39 pinta obras tan excepcionales como son “El Juicio de Paris”, la “Danza de aldeanos”, y “Las tres gracias”, que es la obra que resume sus mejores dotes de pintor. Las tres obras se encuentran en el Museo del Prado.

En el año 1638, llegan a Madrid ciento doce cuadros adquiridos en diversas almonedas, de los que El Prado tiene en la actualidad cincuenta, lo que supone una muestra importante de su obra.

Y por último, despedirnos recordando que el segundo pintor flamenco de primera categoría, y discípulo de Rubens, fue Van Dyck, pero hablar de él es para otro post. Gracias por haber llegado hasta aquí. Nos despedimos hasta la próxima entrada en nuestro blog www.tasararte.com/blog/

Peter Paul Rubens – El descendimiento de la cruz, o Descendimiento de Cristo, 1612- 1614. Óleo sobre tabla. 420 x 310 cm. Catedral de Amberes, Bélgica.
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