Pierre Auguste Renoir.

Renoir (Limoges, 1841 – Cagnes-sur-Mer, 1919) nos ofrece una interpretación más sensual del Impresionismo, más cercana a lo ornamental y a la belleza; se le relaciona con los pintores franceses del siglo XVIII, que mostraban una sociedad galante, como en el Rococó de Watteau y Fragonard.

En sus creaciones muestra la alegría de vivir, incluso cuando los protagonistas son trabajadores. Son siempre personajes que se divierten en un entorno natural agradable. En cuanto a su estilo y técnica, se nota en él la fuerte influencia de Corot.

Los comienzos y las amistades de Renoir.

Empezó su carrera como artesano pintando porcelana, y luego trabajó en la decoración de telas y abanicos. Fue al entrar en la Escuela de Bellas Artes y de frecuentar el taller de Gleyre cuando conoció a Monet y Sisley.

Su espíritu es un espíritu abierto a la experimentación, aunque el peso de la tradición también determina su trayectoria. Tiene un estilo fluctuante, dejándose influenciar por aquel de sus amigos al que estuviera más ligado en ese momento, Monet, Bazille o Fantin-Latour.

Forjó una sólida amistad con Monet y Sisley, y a menudo iban a pintar juntos al aire libre en el bosque de Fontainebleau. Su obra tiene influencias artísticas de Delacroix y de Manet. En el Museo del Louvre encontró una gran fuente de inspiración; se conserva la autorización que le permitía copiar cuadros en las salas del museo.

En 1863 comprendió cómo la joven generación de artistas franceses le habían dado tanta importancia a Delacroix, que le resultaba especialmente cercano.

Renoir: atrapar el instante.

A pesar de haber pintado paisajes al plein air fue un pintor de figuras, especialmente femeninas, tanto cuando se acomoda al estilo convencional imperante y a la modalidad de retrato social; aquí cabe mencionar el “Retrato de Madame Charpentier e hijos” que llegará a figurar en el Salón. Sus desnudos femeninos al aire libre son inconfundibles, porque repite un mismo tipo de mujer risueña y voluptuosa, muy Rubensiana, de piel blanca y anacarada. Y cómo no destacar las escenas de diversión popular, bailes como “Bal au moulin de la Galette”, “El Almuerzo de los remeros”, escenas de la calle, como “Los paraguas”, que atrapa momentos de la vida con vivacidad y optimismo, a la captura del instante.

Su obra representa un estado de excepción dentro de la rigidez clasista que era característica de la época, tanto en el uso del colorido, como en el trazo rítmico de la pincelada, enfatizan un momento fugaz de gran dinamismo y fugacidad.

Pierre Auguste Renoir – Los paraguas, 1883, Óleo sobre lienzo. 180 x 115 cm. National Gallery, Londres.
Pierre Auguste Renoir – Los paraguas, 1883, Óleo sobre lienzo. 180 x 115 cm. National Gallery, Londres.
La depresión de Renoir y su “periodo ingresco”.

Logró sustentar su vida en momentos difíciles por la amistad del marchante Paul Durant Ruel, quien nunca abandonó a los impresionistas a su suerte, y por su amistad con el Director de Aduanas Victor Chocquet, uno de los primeros coleccionistas en percibir que Renoir y sus camaradas eran los herederos del arte del siglo XVIII.

En sus conversaciones con Ambroise Vollard menciona una situación de callejón sin salida, su insatisfacción con respecto a la antigua manera impresionista llevó al pintor a adoptar un nuevo estilo. Sentía que no sabía ni pintar ni dibujar. Deprimido, destruyó toda una serie de lienzos, pero su también amigo Dominique Ingres acudió en su auxilio. En la obra de Renoir es el “periodo ingresco”, una etapa con un dibujo más limpio, un trazado de mayor precisión, una clara plasticidad, así como el empleo de colores como la gama de azules y rosas.

La salud de Renoir.

En sus viajes por Italia recibió la impronta de Rafael y el Clasicismo. Pinta una serie de bañistas en los que conjuga modernidad y clasicismo, dando mayor importancia al dibujo y pérdida del color.

El pintor nunca disfrutó de buena salud, tuvo frecuentes enfermedades respiratorias, y el rostro parcialmente paralizado a causa de una neuralgia. Para colmo tuvo una caída en bicicleta y se fracturó el brazo derecho (ya había aprendido a pintar con la izquierda por una fractura anterior), y le diagnosticaron un reumatismo incurable. Falleció de una neumonía en 1919.

Al final de su vida recupera una paleta veneciana y modelos tipo Rubens para algunas de sus bañistas, haciendo que lo moderno y lo antiguo convivan en armonía.

Esto es todo por hoy, gracias por leernos, nos despedimos hasta la próxima entrada en nuestro blog, www.tasararte.com/blog/.

Pierre Auguste Renoir – La señora de Georges Charpentier y sus hijos, 1878. Óleo sobre lienzo. 153.7 x 190,2 cm. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.
Pierre Auguste Renoir – La señora de Georges Charpentier y sus hijos, 1878. Óleo sobre lienzo. 153.7 x 190,2 cm. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.
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2 Comentario

  1. Ángel Fuentes Alcaraz

    Muy buen artículo. Estupendos comentarios a la obra de este gran artista, que nos dejó pinturas que no se cansa uno de contemplar con gran deleite. Es increíble, pero no me había percatado de que realmente Renoir retrató la alegría de vivir, lo cual hace tan fascinantes sus creaciones.
    Felicidades por tan buenas observaciones.

    1. Tasararte

      Muchas gracias, Ángel, por tus comentarios; nos esforzamos por entretener y divulgar, y comentarios como el tuyo se agradecen. Un saludo.

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