Ha sido en Nueva York. Una petición de recogida de firmas para solicitar al Museo Metropolitano de Nueva York, The Met Museum, que añadan una leyenda explicativa o retiren de sus paredes la obra “Thérèse Dreaming” de Balthus.
La obra muestra a una adolescente sentada en una silla con una pierna levantada y dejando al descubierto su ropa interior. La modelo es Thérèse Blanchard, vecina del artista que con apenas 13 años hizo las veces de musa.
La petición en cuestión obtuvo cerca de diez mil firmas, y su promotora dijo que no es su intención censurar o destruir el trabajo, que se contentaría con que el museo pusiese una etiqueta de advertencia con un texto del tipo “Algunos espectadores encuentran esta pieza ofensiva o inquietante”.
La petición se escuda en que estamos viviendo una época en la que abundan las denuncias de abusos sexuales y que la obra de Balthus es sexualmente sugerente y podría incitar a la pederastia. Censurar a Balthus, cuyo trabajo es perturbador pero no pornográfico, no tiene sentido.
Finalmente no se salió con la suya y el Museo ha rechazado la petición. Sería ir demasiado lejos, y según ese estándar en todos los centro expositivos de todo el mundo se deberían incluir miles de etiquetas de advertencia, y no sólo para obras de heterosexuales o con un interés erótico.
Vivimos en una época en la que impera lo políticamente correcto. Una de las múltiples facetas del arte es la de ser transgresora, tener carácter perturbador o servir de denuncia.
Balthus, cuyo verdadero nombre es Balthasar Kłossowski de Rola (París, 1908 – 2001) fue un artista polaco-francés. Muchas de sus pinturas representan a jóvenes adolescentes en posturas que se pueden interpretar como sugerentes, y es una polémica que siempre le persiguió y forma parte de su historia. Sin embargo, él decía: «Las niñas son las únicas criaturas que todavía pueden pasar por pequeños seres puros y sin edad. Las jóvenes adolescentes nunca me interesaron más allá de esta idea».
Fue admirado en vida por escritores y pintores como Breton o Picasso, entre sus amistades se contaban personajes como Miró, Giacometti o Camus. Fue el único artista con vida que tenía obras en el Louvre, procedentes de la colección privada de Picasso que había donado al museo.
Si en el siglo XIX fue Courbet con su obra “El origen del mundo” el que revolucionó el mundo del arte, ahora le toca el turno a Balthus, con una obra realizada en 1938 y una recogida de firmas en pleno siglo XXI.
Esto es todo por hoy. De nuevo, gracias por leernos y haber llegado hasta el final. Nos vemos en la siguiente entrada en nuestro blog www.tasararte.com/blog/.
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