Se trata de una gran exposición, de carácter único, y que se compone de tan solo nueve obras. Se trata de arte pintado sobre piedra (In lapide depictum). Tanto la singularidad de la materia utilizada en el soporte como su fragilidad, hace que algunas de estas obras sean poco conocidas.
Nos referimos a la exposición “In lapide depictum. Pintura italiana sobre piedra 1530-1555” que recientemente se inauguró en el Museo del Prado y que podremos visitar hasta el próximo 5 de agosto. En ella se reúne una selección de nueve obras realizadas sobre piedra monocroma -pizarra y mármol blanco-, por autores italianos como Sebastiano del Piombo, Tiziano, Daniele da Volterra y Leandro Bassano, que reflejan la consolidación de una corriente de cambio en las técnicas artísticas que se produjo en las primeras décadas del siglo XVI. Junto a ellas, obras del mundo clásico romano y materiales pétreos en bruto contextualizan la relación de la pintura con la Historia Natural, la Geología y la Arqueología.
El Renacimiento marca el inicio de la Edad Moderna, fue un movimiento cultural que afectó tanto a las artes como a la ciencia, supuso el cambio del teocentrismo medieval al antropocentrismo, situando al ser humano como medida y centro de todas las cosas. Gracias a la invención de la imprenta de Gutenberg hacia 1440 se pudo estudiar en profundidad la cultura clásica griega y romana, dando difusión a textos clásicos. En el siglo XVI Venecia protagonizó una renovación en las técnicas y los materiales artísticos alentada por la recuperación del mundo clásico, la llegada de materiales de Oriente y la edición en sus imprentas de textos grecorromanos que describían el arte de pasado.
La estabilidad de la piedra estimuló a los artistas, que deseaban crear obras eternas, a utilizarla como soporte de la pintura. También les permitía demostrar su maestría, ya que el procedimiento se consideraba secreto.
El mármol fue la roca preferida del mundo clásico para la policromía por su brillo, su resistencia y su buena absorción del color. Pero fue la pizarra, mucho más asequible, el soporte habitual en el Renacimiento para pintar.
Sebastiano del Piombo fue el primero que tuvo éxito con la técnica, como se puede ver en “Cristo con la cruz a cuestas” y “Piedad”. A la pizarra solía aplicarse calor para conseguir una mayor absorción de los pigmentos y resinas provenientes de Oriente. Y Tiziano supo absorber las enseñanzas y se le considera un maestro en estas técnicas.
Tres de las obras del Prado seleccionadas para esta exposición han sido sometidas a una delicada y profunda restauración, y ahora se muestran los resultados al público.
El deseo de crear obras eternas, la piedra como soporte de la pintura, la escogida selección de tan solo nueve obras, tres de ellas recién restauradas, hacen de esta exposición una ocasión única de profundizar, conocer y contextualizar el Renacimiento y el Mundo Clásico Griego y Romano y la relación entre la Pintura y la Escultura.
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