La pérdida de Patrimonio Histórico-Artístico que suponen las guerras. Lamentable es para la población civil cualquier contienda. También la pérdida de patrimonio causa todo tipo de nostalgias. Una historiadora, María Andrés Urtasun, ha escrito un libro ensayo titulado “Arquitectura perdida. Madrid (1931-1939)” con todas las obras devastadas en los años de la Guerra Civil Española.
El 39% de los edificios protegidos quedaron deteriorados, 219 semiderruidos, y 146 arrasados; la investigación para cerrar el trabajo ha sido de quince años y entre otros ejemplos menciona el Frontón Recoletos frente a la Biblioteca Nacional, que ahora es un aparto hotel. Era un edificio moderno, de arquitectura atrevida, en el que destacaba la cubierta de estructura laminar sin vigas ni armaduras, fruto del trabajo del ingeniero Eduardo Torroja y el arquitecto Secundino Zuazo; sobre el que cayó un obús provocando el derrumbe de la cubierta.
También menciona la Iglesia de San Luis en la Calle Montera, quemada por los republicanos; el Palacio del Marqués de Torrecilla en la calle Alcalá arrasado por bombas del frente nacional; La Casa de Velázquez en la ciudad Universitaria. O la Cárcel Modelo, ejemplo de arquitectura panóptica del siglo XIX con galerías celulares radiales con una rotonda central que permitía vigilar fácilmente el edificio. En su ubicación se encuentra ahora el Cuartel General del Ejército del Aire.
Otro caso es el del Palacete sede del Instituto Nacional de Higiene de Alfonso XIII, que ocupaba el solar donde se eleva el Rectorado de la Universidad Complutense. La Basílica de la Virgen de Atocha también devastada o el Palacio de Santa Elena.
Nostalgias para una contienda que marcó profundamente la primera mitad de un convulso siglo XX, como un ensayo para el horror que vendría seguido a nivel global con la Segunda Guerra Mundial que arrasó Europa.
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