Por estos días asistimos impasibles a la noticia de la abundancia de obras de arte que se prestan entre museos, grandísimas obras de arte viajan hasta lejanos destinos, como Australia para afianzar relaciones diplomáticas entre países con incentivos económicos para los prestatarios, pero no de gran cuantía, porque los responsables de las instituciones, en este caso Miguel Zugaza, Director del Museo del Prado, consciente de que es un camino equivocado pensar que se puede mantener una colección haciendo negocio con ella, conoce la importancia diplomática del arte como motivo de préstamos entre instituciones. Sale del Prado una embajada de maestros italianos, un centenar de obras maestras para exponer en la Galería Nacional de Victoria (Melbourne). Qué dolor deben sentir los conservadores de ver como sus criaturas tan delicadas y frágiles y tan excepcionales recorrerán miles de kilómetros para ser contempladas en otras lejanas latitudes, pero consideramos que ese intercambio genera confianza y siempre es positivo. Telas de Rafael, de Tiépolo y de Annibale Carracci que nos pertenecen a todos como españoles, han sido prestadas con aspiraciones políticas y económicas; siempre hemos defendido que el arte tiene una señalada vertiente política. Más nos sorprende la iniciativa de Rijksmuseum de Ámsterdam que confía en un filósofo, Alain de Botton (Zurich 1969), un joven con miles de libros vendidos, en los que orienta a los visitantes del museo, con su particular filosofía de vida, a hacer un recorrido terapéutico por él diseñado: propone pasear entre 150 obras entre la Edad Media y el siglo XX, que forman una escuela de vida. Es un personaje polémico este filósofo, como todo el que destaca en algo tiene sus detractores, pero lo que sí es un buén síntoma es que se asocie el arte al bienestar, a mejorar la vida, al poder terapeútico del arte para llevar una vida productiva, porque el trasvase entre competencias comienza a aunar disciplinas con puntos comunes, el filósofo busca explicar y el arte en su contemplación mejora la vida. Cualquier iniciativa es válida si nos lleva al Museo, siempre y cuando detrás de estas recomendaciones haya seres humanos sinceros, profundos y serios en lo que hacen.
El Centro de Arte Dos de Mayo de Móstoles en Madrid ya tiene las 300 obras de la Colección Arco, una Colección que comenzó a hacerse en 1987, cinco años después de la primera edición y que alberga ya un importante patrimonio artístico, muy bien comprado, ya que algunos de los artistas eran emergentes cuando comienza a hacerse la colección. Lo que no vemos avanzar pero que debe impulsarse es la Ley de mecenazgo artístico, algo leímos en los diarios en su dia, pero se silenció. Lo que sí celebramos es la entrega de Premios Arte y Mecenazgo 2014 a Soledad Sevilla (Valencia 1944) como artista, Pilar Citoler (Zaragoza 1937) como coleccionista y Silvia Dauder (Barcelona 1961) como galerista. Parece que en tiempos de crisis económica hablar de coleccionar arte es absurdo, pero hay una realidad y es que el arte cada vez está más al alcance del público en general, porque como se dijo en el acto: «El coleccionismo no es un consumismo frívolo, contribuye de una manera muy directa al desarrollo económico del país». Esto nos lleva a echarnos las manos a la cabeza al conocer la noticia de que El Ayuntamiento de Madrid da por perdidas 160 obras de arte y piezas históricas, lamentable, sin señalar nombres propios o malas gestiones, ¿cómo se puede descuidar en el tercer milenio un Patrimonio artístico custodiado en una institución gubernamental?.
Y por último elogiar la singularidad de la obra de Frank Gehry (Toronto 1929), por su originalidad e impronta tan reconocible y tan sorprendente, su humildad, cualidad no tan común en la profesión, y ese reinventarse en cada nuevo proyecto que le caracteriza. Es nuestro nuevo y flamante Premio Principe de Asturias 2014. Estamos orgullosos. Y una leve reflexión de otras artes tan singulares como el tatuaje, con la filosofía y el recorrido histórico que la eleva a la categoría de arte, sobre todo cuando leemos que en París El Museo de las Civilizaciones del Quai Branly le dedica una muestra que ilustra su simbología cultural, social y religiosa, ¿Interesante, verdad? o como también nos llega que artistas del Graffity comienzan a retrarar una cultura urbana que ya lleva mucho andado y comienza a elevarse a la categoría de arte con mayúsculas. Un artista Dan Witz (Nueva York 1957), pintor hiperrealista, retrata el ritual punk en sus obras, es una transición entre pintura y música que expone la galería Jonathan LeVine en Nueva York. Volvemos a ver contagios entre las artes.»