Pintor de pintores, poeta de poetas, la figura de Henri Michaux (Namur, Bélgica, 1899─París, Francia, 1984) tuvo durante su larga vida una gran influencia entre los artistas y escritores de su tiempo.

De personalidad única, inclasificable. Desde muy joven, Henri Michaux quiso comprender su propia naturaleza y la del mundo que le rodeaba. Su vida y su obra están fundamentadas en un proceso de constante autoexploración.

Descubre que, para avanzar en su proceso de autoconocimiento, primero necesita liberarse de las barreras socioculturales que condicionan su forma de pensar, lo que le lleva a explorar las culturas no occidentales y el arte primitivo y a convertirse en un incansable viajero. Ya en 1919 abandona sus estudios de Medicina para enrolarse como fogonero en un navío de la marina mercante francesa, en el que viajó a Río de Janeiro y Buenos Aires.

Ahora el museo Guggenheim Bilbao le dedica una exposición que recorre cincuenta años de su producción con más de doscientas treinta piezas, documentos y objetos personales. La muestra, organizada en colaboración con los Archivos Michaux de París, se podrá visitar hasta el 13 de mayo y lleva por título “Henri Michaux: el otro lado”. Se vertebra en torno a tres grandes ejes temáticos, claves en su trayectoria: la figura humana, el alfabeto y la psique alterada.

La figura humana la trata como una serie de espectros y apariciones, “fantasmismo” como él mismo definió, seres indefinidos que surgen del papel.

Los experimentos caligráficos constituyen una vasta porción de la producción gráfica de Michaux. Fascinado por las escrituras orientales y sobre todo por los ideogramas chinos, el artista trabajó desde sus inicios en la creación de alfabetos inventados.

En cuanto a la psique alterada, ya con 55 años, Michaux quiso experimentar con diversas drogas, como la mescalina o el LSD. Lo hizo siempre en colaboración con profesionales del ámbito de la psiquiatría entre los que destacó el doctor Julián de Ajuriaguerra, de Bilbao exiliado en Francia. No pintaba bajo el influjo de las drogas, sino que sus “dibujos mescalínicos” los realizaba posteriormente, cuando los efectos eran ya mínimos o habían pasado, a partir del recuerdo de la experiencia y como testimonio de la misma. Esa búsqueda de sí mismo, ese viaje por el subconsciente, lo definía Michaux: “¿Quieres saber lo que es tu ser? Desconecta. Retírate a tu interior. Tú solo aprenderás lo que es esencial para ti…”

Henri Michaux - Sin título, 1981. Acuarela sobre papel. 36,7 x 27 cm. Colección particular. © Archives Henri Michaux, VEGAP, Bilbao, 2018. © FMGB Guggenheim Bilbao Museoa. Foto: Erika Barahona Ede.
Henri Michaux – Sin título, 1981. Acuarela sobre papel. 36,7 x 27 cm. Colección particular. © Archives Henri Michaux, VEGAP, Bilbao, 2018. © FMGB Guggenheim Bilbao Museoa. Foto: Erika Barahona Ede.

Esto es todo por hoy. De nuevo, gracias por leernos y haber llegado hasta el final. Nos vemos en la siguiente entrada en nuestro blog www.tasararte.com/blog/.

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