Manet, bisagra entre tradición y modernidad.

Édouard Manet (1832 – 1883) dio un giro decisivo a la pintura terminando una época y comenzando otra. Es una figura bisagra entre el arte tradicional y el comienzo del arte moderno, que lo marca el Impresionismo. No participó en ninguna de las exposiciones del movimiento, pero es quien aglutina esta tendencia, desde su rebelión pictórica contraria a la pintura de salón.

Inicios de Manet.

Por hablar un poco de su vida, Édouard Manet es el primogénito de una familia burguesa, su padre fue juez y su madre de descendencia aristocrática. Su primera vocación fue la Escuela Naval, en la que no pudo ingresar, y tras un largo viaje que le llevó hasta Río de Janeiro, decidió dedicarse a la pintura. Lo curioso es que tuvo una férrea determinación de triunfar dentro de los parámetros convencionales marcados por el academicismo de salón.

Se preparó meticulosamente en el taller de Thomas Couture, y lo que más marcó su sabiduría fueron sus viajes por Italia, Holanda, Alemania y España, donde paseó por las salas del Museo del Prado, encontrando su mayor inspiración en Velázquez y en Goya; ambos le abrieron los ojos a una pintura más libre, tanto en la forma como en el tema. Con Manet comienza en realidad la gran aventura de la Pintura Moderna, liberada de la anécdota y de falsos convencionalismos.

Manet en el Salón Oficial de París…, y en el de los Rechazados.

En 1860 envió algunos de sus cuadros al Salón, donde fueron aceptados, incluso llegó a percibir condecoraciones.

A partir de 1863, comenzó a sufrir el rechazo, sobre todo por la temática de “El almuerzo campestre”, que fue objeto de escándalo, y tuvo que exponerla en el “Salón de los Rechazados”. Con una temática muy críptica aparece una joven mujer desnuda conversando plácidamente con dos hombres perfectamente ataviados.

Édouard Manet – Almuerzo campestre (Le Déjeuner sur l'herbe), también llamado “Desayuno sobre la hierba, 1863. Óleo sobre lienzo. 208 x 264,5 cm. Museo de Orsay, París.
Édouard Manet – Almuerzo campestre (Le Déjeuner sur l’herbe), también llamado “Desayuno sobre la hierba, 1863. Óleo sobre lienzo. 208 x 264,5 cm. Museo de Orsay, París.
Continúa el escándalo con Olympia y La ejecución de Maximiliano.

Esta tendencia escandalosa se repetiría con “Olympia”, de 1863. Las críticas fueron feroces, por su enorme desafío a las convenciones pictóricas y sexuales del momento. Nos llevan a recordar a la Venus de Giorgione, Tiziano, Velázquez, o a la Maja desnuda de Goya, pero aquí estamos ante una prostituta paticorta y de mirada imperiosa. Se sabe que Baudelaire alentó a la creación de esta obra, combinando tradición y contemporaneidad.

Muchos de los elementos del cuadro, el gato, la criada negra, el vestido, los adornos y joyas, remiten al poeta de Las flores del mal. Por otro lado, la crítica se afanó en especificar que era una prostituta barata, rompiendo la regla fundamental del régimen de Napoleón III, la “idealización” o el disimulo de la realidad.

En este clima de rebeldía, crea en 1867 “La ejecución del Emperador Maximiliano”, por ello casi va a la cárcel. Es la obra que hemos elegido de portada, son innegables las similitudes con los “Fusilamientos del 3 de mayo en Madrid” de 1815 de Goya.

Mejora la situación de Manet.

Al término de la guerra franco – prusiana, y con el inicio de la Tercera República, su situación mejora, y su obra, en torno a 1870, comienza a ser habitualmente aceptada, véase “El balcón” de 1869, o “El bar de Folies Bergère”, de 1882; en aquella se ve claramente la influencia de Goya, y en ésta la camarera muestra a su espalda un repleto bar de alterne, aunque la historia o el argumento que une a los personajes causa cierta extrañeza.

La influencia de Manet.

Pero el verdadero escándalo lo constituyen los impresionistas, Manet nunca quiso exponer con ellos, eran sus amigos, sus compañeros de tertulia, sus discípulos en la vía de la nueva pintura. Manet les hace ver que apropiarse del pasado pictórico es el camino hacia la verdad contemporánea, que el uso libre de la pincelada, el carácter arriesgado del encuadre, y la importancia de retratar la vida cotidiana, en sus formas más corrientes lejos de la idealización, es el mejor modo de crear.

La influencia de Manet, sobre Berthe Morisot, Claude Monet y Edgard Degas es muy grande, él tomará de ellos una paleta cada vez más clara, el amor por pintar al aire libre y algunas temáticas en su iconografía.

Algunos críticos, como la prensa y algún público determinado, consideraban inaceptable la franqueza realista de su obra, lo reducido de los espacios, los marcados contrastes y el mutismo de la temática de Manet, por la ausencia de idealización o el uso implícito de la ironía, que marcaban el camino hacia esa nueva pintura.

Muere joven, de problemas circulatorios, tuvieron que amputarle una pierna. Esto es todo por hoy, en próximos post hablaremos de los cuatro mosqueteros: Monet, Renoir, Pisarro y Sisley, gracias por leernos, nos despedimos hasta la próxima entrada en nuestro blog, www.tasararte.com/blog/.

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