La semana pasada dedicamos este blog a los Dioses del Olimpo y sus manifestaciones en el Arte a lo largo del tiempo. Apenas fueron unas pinceladas para tan extenso tema, y cerramos el artículo con el aviso de que faltaba una segunda parte, que es la que hoy ofrecemos; vamos a hablar de la segunda generación de los Dioses del Olimpo.

Apolo.

Apolo es hijo de Zeus y de Leto, Dios de la belleza masculina y de la plenitud de la fuerza física, de la luz del Reino Celeste. Se le identifica con el Sol. Es un Dios benévolo, enemigo de lo perverso, patrono de la poesía y de la música, en su corte del Monte Parnaso, rodeado de nueve Musas. Es un Dios sanador y profetizador, que se manifiesta en oráculos.

Tuvo numerosos amores con Diosas, Ninfas y mujeres. Entre sus hijos destaca Asclepio, Dios de la Medicina, que educado por el centauro Quirón, que fue quien le enseñó esta disciplina con enorme maestría, capaz incluso de resucitar a los muertos.

Los atributos de Apolo son el arco y la flecha, así como la lira o la cítara, regalos que le hizo Hermes para elevar el espíritu de Dioses y humanos.

Entre los episodios más representados en el Arte, destaca su lucha para proteger a su madre de la serpiente Pitón; también el episodio en el que desolló vivo al sátiro Marsias, que osó desafiarle con la flauta. Al igual que sus amores frustrados con la ninfa Dafne, convertida en laurel.

José de Ribera – Apolo y Marsias, 1637. Óleo sobre lienzo. 202 x 255 cm. Museos reales de Bellas Artes de Bélgica, Bruselas.
Ártemis.

Ártemis (o Artemisa) es la Diana romana, hermana gemela de Apolo. Nada más nacer ayudó a su madre en el parto, y horrorizada por los dolores, obtuvo el favor de Zeus de permanecer virgen. Se le concedió el dominio de los bosques, junto a un séquito de Ninfas, a las que impuso castidad. Es una Diosa vengativa, orgullosa de su belleza, protectora de la vegetación, de las aguas, de los ríos. Señora de las fieras, protectora de amazonas, cazadoras y guerreras. El episodio más representado es los castigos que inflige a Calisto.

Afrodita.

Afrodita es la Venus romana, Diosa del Amor, y desde el Juicio de Paris también de la Belleza. Se casó con Hefesto, Dios cojo y feo. Amaba a Ares, y una madrugada, Helios los sorprendió juntos y le contó la aventura a Hefesto.

Suele representarse en compañía de Eros (Cupido) y de las Cárites (las tres Gracias). Canon de belleza femenina, su representación encarna la excusa plástica para el desnudo femenino, casi siempre recostada sobre un lecho. Giorgione, Velázquez, Manet, son sólo algunos ejemplos de artistas que la representaron. Otra escena narrativa en la que participa es en el Juicio de Paris.

William-Adolphe Bouguereau – El nacimiento de Venus (La Naissance de Vénus), 1879. Óleo sobre lienzo. 300 x 218 cm. Museo de Orsay, París.
Hermes.

Hermes es el Mercurio de los romanos. Hijo de Zeus y de Maya, la más joven de las pléyades. Se le venera como Dios de los viajeros, la elocuencia, y de la habilidad de los comerciantes. También conducía las almas de los difuntos a los infiernos.

Se le representa imberbe, atlético, desnudo, portando un casco y sandalias aladas, empuñando el caduceo. De sus relaciones amorosas destacan sus amores por Afrodita, de cuya unión nacerá Hermafrodito.

Hefesto.

Hefesto es el Vulcano latino. Es el Dios del fuego, hijo de Zeus y de Hera. No vivía en el Olimpo, sino en su caverna, forjando los rayos de Zeus, el tridente de Poseidón y las flechas de Ártemis. Es un Dios herrero, rodeado de instrumentos de fragua (yunque, martillo, tenazas son sus atributos).

Participó en el nacimiento de Atenea, la creación de Pandora y el castigo a Prometeo, siendo víctima de las infidelidades de Afrodita.

La obra que hemos escogido de portada es de Diego Velázquez, La fragua de Vulcano, un óleo sobre lienzo de 1630 que mide 223 x 290 cm.  y que podemos contemplar en el Museo del Prado, Madrid.

Dioniso.

Dioniso es uno de los dioses olímpicos. Después de una vida salvaje de adolescente, descubrió la vid, pero sucumbió a la embriaguez, perdiendo la cordura y la razón. A raíz de ello, anduvo errante por el mundo, con su cortejo de ménades y sátiros.

Es una divinidad agraria, un Dios espiritual, con sus fieles tiene una relación mística, a través de cultos orgiásticos.

Nace del muslo de Zeus, tras la muerte de su madre fulminada por un rayo. Educado por las ninfas, padeció un peregrinaje largo y hostil, hasta que conoce a Ariadna y entra en el Olimpo.

Sus atributos son el tirso, el bastón con vides enrolladas y rematado con una piña.

En las artes, Miguel Ángel, Caravaggio, Annibale Carracci, o las bacanales de Tiziano y Poussin, encarnan la alegría y liberación juvenil infundidas por el Dios.

Con esto concluimos los episodios de los Dioses Olímpicos en las Artes. Gracias por leernos, nos despedimos hasta la próxima entrada en nuestro blog www.tasararte.com/blog/

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