Vamos a dejar para la semana que viene el Romanticismo alemán y, dadas las fechas en las que nos encontramos, nos centraremos en la Pasión de Cristo.

El ciclo de la Pasión está integrado por los episodios referidos a los padecimientos y humillaciones y muerte de Jesucristo. Desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección.

La entrada triunfal en Jerusalén.

Jesús entró en esa ciudad montado en un asno. Cuando el pueblo supo de su llegada, salió a su encuentro para recibirle con palmas y ramas de olivo mientras le aclamaban. Con este hecho, sus enemigos comenzaron a plantearse la necesidad de desembarazarse de él.

Los mercaderes arrojados del Templo.

Al día siguiente de su entrada en la ciudad, encontró el Templo invadidos de mercaderes, que fueron expulsados al haber profanado este lugar sagrado, como muestra El Greco en varias de sus interpretaciones. Jesús purificador increpa a los cambistas y mercaderes empuñando un látigo de cuerdas y provocando la dispersión. Los profanadores huyen entre animales despavoridos.

El tema tiene infinidad de posibilidades plásticas, y el dinamismo que permite el relato puede enmarcarse en suntuosas escenografías.

La última cena.

La entrada triunfal de Jesús exasperó a sus enemigos, decidiendo su muerte. Para ello se sirvieron de Judas Iscariote, prometiéndole treinta monedas de plata. En aquellos días, y con objeto de celebrar la Pascua, los Apóstoles se reunieron en el cenáculo para comer el Cordero Pascual. Antes de la cena, lavó los pies a sus discípulos y anunció la traición de Judas; posteriormente bendijo el pan y el vino, y lo repartió, instituyendo el Sacramento de la Eucaristía.

El lavatorio de pies es un gesto de humildad del Maestro, muy representado a lo largo de la historia del arte.

Tintoretto – El Lavatorio (La lavanda dei piedi), 1548-1549. Óleo sobre lienzo. 210 x 533 cm. Museo del Prado, Madrid.

La iconografía de la Santa Cena recoge el episodio narrativo como símbolo de la inminente Pasión. Cómo no destacar “La última Cena” de Leonardo da Vinci, también representada por Ghirlandaio, Fra Angelico.

La oración en el huerto de Getsemaní.

Una vez finalizada la cena, Jesús se dirige con sus discípulos al huerto, en la falda del monte de los Olivos, en donde, lleno de angustia, se retiró a orar con Pedro, Santiago y Juan. Destacaremos la versión de Sandro Botticelli, también interpretado por Mantegna, Durero, El Greco o Tintoretto.

El Prendimiento de Jesucristo.

Judas Iscariote llegó al huerto con gente armada, enviada por los príncipes sacerdotes y los fariseos. Después de besar al Maestro, lo prendieron. Judas, al ver las consecuencias de su traición, se arrepintió y huyó desesperado para ahorcarse. Destaquemos la versión de Giotto.

Jesús ante Caifás.

Jesús fue llevado ante el Sumo Sacerdote, Caifás, quien presidía el Tribunal Religioso. Tras ser interrogado, se le acusó de blasfemia, y fue considerado reo de muerte, al reconocerse como Hijo de Dios.

Este pasaje no gozó de gran predicamento en las artes.

La negación de Pedro.

Pedro, que había seguido a Jesús, negó tres veces el conocerle. A continuación cantó el gallo, confirmándose lo que había anunciado Jesucristo, que le negaría tres veces.

George de la Tour muestra en “El arrepentimiento de Pedro” una escena de dolor.

Cristo ante Poncio Pilates.

Más tarde, fue llevado ante el gobernador romano Poncio Pilates, con la intención de que fuese condenado a morir crucificado en la Cruz. Éste consideró que Cristo era inocente, y se lo envió al rey Herodes Antipas, porque estaba bajo su jurisdicción. El monarca, al ver que Jesús no respondía a sus preguntas, lo despreció. Y ante la costumbre de dar libertad a un preso durante la Pascua, eligió al malhechor Barrabás liberándolo.

La flagelación y la corona de espinas.

Cristo fue despojado de sus vestiduras y atado a una columna para azotarlo cruelmente. Para burlarse de él, los sayones le pusieron una corona de espinas y una caña en la mano a la manera de cetro. Pilato, al verlo en tan lamentable estado, se lavó las manos afirmando que era inocente de su muerte.

La flagelación de Cristo atado a una columna con corona de espinas está ampliamente desarrollado en las artes; destacaremos la obra de Caravaggio, y con respecto a la iconografía de Ecce Homo, destacamos la obra de Mihály Munkácsy.

El camino del Calvario.

Jesús emprendió el camino hacia el monte Gólgota con una pesada cruz sobre los hombros. Ello le hizo caer tres veces. Durante el recorrido tuvo lugar el patético encuentro con su madre, y con las santas mujeres. La Verónica, compadecida por su sufrimiento, le limpió el rostro con un lienzo, en donde quedaron impresas sus facciones (Santa Faz). Esta representación está muy difundida en las artes.

La Crucifixión.

La Cruz es el símbolo de toda la iconografía cristiana, emblema de la salvación de los hombres por el sacrificio de su Redentor.

Al llegar a la cima del monte, Jesús fue crucificado en medio de dos ladrones. Los soldados se repartieron sus vestiduras. A los pies de la Cruz se encontraban María la madre, María la mujer de Cleofás, y María Magdalena; además el Apóstol San Juan. Al expirar, se eclipsó el sol. El velo del Templo se rasgó en dos, la tierra tembló, y muchos muertos resucitaron. Los soldados, al ver que Cristo había muerto, le atravesaron un costado con una lanza, y de la herida salió sangre y agua. Esta iconografía tiene múltiples variaciones e interpretaciones, destacaremos la “Crucifixión” de Andrea Mantegna, en el museo del Louvre.

Gracias por haber llegado hasta aquí. Esto es todo por esta semana, semana santa, de la Pasión. Nos despedimos hasta la próxima entrada en nuestro blog www.tasararte.com/blog

Leonardo da Vinci – La última cena, 1495-97
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