Con todo lo que está pasando en el mundo, como no volver a hablar de un autor romántico. Estamos ante “La Libertad Guiando al Pueblo” de Eugene Delacroix pintado en 1830 de gran tamaño 260 X 325 cm y que está en el Museo Louvre de Paris. Es una obra que toca un tema histórico las barricadas en Paris del 28 de Julio de 1830, la historia contemporánea es la historia de la lucha por la libertad y relata el levantamiento popular y burgués contra las restricciones del entonces monarca Carlos X Borbón, el último monarca de la dinastía del país galo. Tantas veces los gobernantes intentan eliminar libertades y tantas veces el pueblo se levanta en protesta. Esa herencia, aunque parezca lejana, es parte de la libertad de la que ahora disfrutamos en todo Occidente.

El autor pertenecía a la alta burguesía y este cuadro, algunos historiadores piensan, que es el primer cuadro político de la pintura moderna.

Al contemplarlo tranquilamente, pueden localizarse todos los rasgos propios del romanticicismo, el cielo turbulento, la exaltación de los sentimientos de los protagonistas, la imagen alegórica y sensual de una mujer que muestra sin pudor sus pechos y con una mano eleva la bandera tricolor y con la otra porta un fusil, porque la insurrección justifica la muerte de quienes no se atrevieron a pensar por sí mismos. Estos son los cadáveres de los soldados del último monarca Borbón que gobernó Francia. Mirando de frente a la izquierda de la Marianne aparece un personaje elegantemente ataviado con un sombrero de copa, muy activo en la lucha, este personaje es un autorretrato del artista, que con esta obra quiso mostrar su intención de luchar por la patria en las barricadas de aquellas jornadas de Julio de 1830. Un niño a la derecha de la diosa, con dos pistolas también muy energético, simboliza el futuro, el crecimiento de un derecho fundamental del pueblo trabajador, dar su opinión, mostrarse activo ante la toma de decisiones, participar activamente en el progreso social.

En aquella época y quizá en todas, la lucha era social, hoy en día aunque continua, quizá se haya atenuado y el gran conflicto emerge con la fe y la creencias teológicas radicales. Lo que sí es cierto es que el arte y en concreto el artista debe estar comprometido con su tiempo, y ante un lienzo en blanco el autor ver que quiere decir y como, su actitud ante la temática y sus aptitudes ante la composición, el color y destreza con el pincel dirán el resto. Hablar ahora del romanticismo del siglo XIX sería magnífico, pero ese ya es otro tema.

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