El pintor Eduardo Arroyo rinde homenaje a los creadores y personajes del mundo artístico y literario que más le han inspirado e influido a lo largo de su carrera artística. Lo hace en el Museo de Bellas Artes de Bilbao en la exposición “Eduardo Arroyo. Le retour des croisades”, en la que se presentan 43 obras suyas, algunas realizadas en este año coincidiendo con su ochenta cumpleaños.
A lo largo de su carrera siempre dio rienda suelta a sus pasiones literarias y artísticas y para esta ocasión ha creado una galería de retratos de personajes que incluye a Dante, Don Juan Tenorio, Cyrano de Bergerac, Balzac, Van Gogh, Joyce u Orson Welles.
Pero ante todo, la crítica social y política está presente en su trabajo. El título de la muestra, “Le retour des croisades”, hace referencia a una de sus obras que se exponen, de gran formato, que es un homenaje y parodia del cuadro de Ignacio de Zuloaga “La víctima de la fiesta”. En el que aparece un picador de regreso de la corrida en un rocín blanco, famélico y ensangrentado; ambos, caballo y jinete, en silencio, meditabundos y cabizbajos, abatidos y resignados. Con esta obra, Arroyo hace una alegoría sobre la situación actual de nuestro país. Las dos obras se muestran juntas, la de Arroyo y la de Zuloaga, que ha sido depositada por la Hispanic Society of America para esta ocasión.
Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) es considerado uno de los principales representantes de la figuración narrativa que renovó la pintura europea a mediados de los años sesenta en contraposición con la temática abstracta imperante en la época. Es un creador todoterreno cuya principal actividad es la pintura pero que también se ha prodigado en la escultura, la literatura –su primera vocación- y como dibujante, escenógrafo, ilustrador, diseñador de carteles y grabador. En la muestra podemos ver varias de sus esculturas.
Habla con modestia de su obra. En la presentación de la exposición decía: “La gente no sabe que la escultura a mí me ha interesado siempre aunque la escultura con minúsculas, porque tampoco pretendo ser un escultor, como me ocurre con la literatura, que la hago con minúsculas, porque tampoco pretendo ser un escritor. Yo quiero ser un pintor que hace muchas cosas, que pinta, que escribe, que hace cerámica y que hace esculturas”. Así es Eduardo Arroyo.
Y así es la magnífica obra de Ignacio de Zuloaga a la que Eduardo Arroyo rinde tributo.
