Goya, un adelantado a su época.
Siempre es una máxima de los historiadores el no juzgar con criterios contemporáneos los hechos acaecidos en otras épocas; hay que hacerlo con la mentalidad y perspectiva de aquellos tiempos.
Sin embargo, es también misión de los historiadores el profundizar en el pensamiento y la personalidad de los protagonistas de la Historia y dilucidar y juzgar, por ejemplo, si un personaje estaba adelantado a su época. Sin duda, este es el caso de Goya.
La exposición: Goya. Dibujos. “Solo la voluntad me sobra”.
Es una exposición única e irrepetible, de las que consideramos “imprescindibles”. Es en el Museo del Prado y su título: Goya. Dibujos. “Solo la voluntad me sobra” ya nos releva en qué consiste.
Se inauguró el mismo día en que el Prado celebró sus 200 años, el 20 de noviembre, y es el resultado de los trabajos realizados para elaborar un nuevo Catálogo Razonado de los dibujos de Goya, fruto del convenio de colaboración que en el año 2014 firmaron la Fundación Botín y el Museo del Prado y del que ya hablamos en Tasararte cuando vio la luz el primer tomo en la entrada “La importancia de la expertización. Atribuciones y desatribuciones de autoría”.
La muestra se compone de más de trescientos dibujos de Goya, procedentes tanto de la propia colección del museo como de colecciones públicas y privadas de todo el mundo. Nos propone un recorrido cronológico de su obra, desde su viaje a Italia en 1770 y su cuaderno de apuntes “Cuaderno italiano” a los álbumes de Burdeos al final de su vida.
Está organizada por el Museo del Prado y por la Fundación Botín, y comisariada por José Manuel Matilla, Jefe de Conservación de Dibujos y Estampas del Museo Nacional del Prado, y Manuela Mena, Jefe de Conservación de la pintura del siglo XVIII y Goya del Museo Nacional del Prado hasta enero de 2019. Estará abierta al público hasta el próximo 16 de febrero de 2020.
Solo la voluntad me sobra trata de revelar lo que determina el sentido de sus cuadernos de dibujos y series de estampas, y trata temas de plena vigencia actual que confirman que Goya fue un adelantado a su época. Así, además de sus desastres de la guerra, sus caprichos, la violencia, tauromaquia o disparates, vemos como trata la violencia contra la mujer y su infravaloración y cosificación.
El título de la muestra viene del texto de una carta de Goya a Joaquín María Ferrer de 20 de diciembre de 1825, al final de su vida: “Agradézcame usted mucho estas malas letras, porque ni vista, ni pulso, ni pluma, ni tintero, todo me falta, y solo la voluntad me sobra”.
El contexto histórico.
Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, Zaragoza, 30.3.1746 – Burdeos (Francia), 16.4.1828) es sin duda uno de los mayores genios universales que ha dado la Historia. Le tocó vivir una época convulsa, de grandes cambios, de guerra, de paz, de libertad y de represión. Todo ello afectó a su vida, su carácter y personalidad, que por supuesto influyó en su obra.
Goya ingresó en la Academia de Dibujo de Zaragoza en 1759, con trece años, una edad algo tardía para lo que era habitual. Ese mismo año de 1759 ascendía al trono Carlos III, con el que bajo su gobierno España pudo experimentar un breve pero intenso resurgimiento, definitivo en muchos aspectos. Con sus más y sus menos, motín de Esquilache incluido, sentó las bases para que el país, hasta entonces en franca decadencia, se preparase para el inmediato advenimiento del capitalismo. Más adelante, Goya realizaría el famoso cuadro de “Carlos III, cazador”, con su escopeta y sombrero de tres picos, perro dormido a los pies incluido y que se encuentra actualmente en el Museo del Prado.
A Carlos III le sucedió su hijo Carlos IV, que reinó de 1788 a 1808. Con menos carácter que su padre, delegó su gobierno en manos de su valido, Manuel Godoy. Durante su reinado se produjo en nuestro país vecino la Revolución Francesa (1789), la batalla de Trafalgar (1805), la abdicación en su hijo Fernando VII para dos meses después, en mayo de 1808, ceder los derechos de la Corona a Napoleón Bonaparte, que a su vez los cede a su hermano José I Bonaparte, llamado despectivamente por el pueblo español “Pepe Botella”. En 1800 realizaría Goya el magistral cuadro de “La familia de Carlos IV”, también en el Museo del Prado.
Con José I Bonaparte en España había “afrancesados” a su favor y “patriotas” que consideraban a Fernando VII su rey y en cuyo nombre se inició la Guerra de la Independencia Española (1808 – 1814). Durante esta Guerra, que ganó el pueblo español con ayuda de los ingleses, se promulgó en Cádiz la “Constitución española de 1812”, la famosa “Pepa”. Goya supo plasmar los horrores de la guerra en muchas de sus obras, como “Los fusilamientos”, “La lucha con los mamelucos” o “Los desastres de la guerra”.
Ganada la guerra, llega a España en 1814 Fernando VII “El Deseado” o “El Rey Felón”. Deseado porque se acababa la guerra y volvían los Borbones, Felón porque se reveló como un soberano absolutista, derogó la Constitución de Cádiz y persiguió con saña a los liberales, se cerraron facultades de Matemáticas y abrieron Escuelas de Tauromaquia. En esta época Goya tuvo dificultades ya que entre sus principales amistades se encontraban liberales y afrancesados. La Inquisición inició un proceso contra él en 1815 a cuenta de “La maja desnuda” y “La maja vestida”, que consideraba obscenas, y del que fue finalmente exonerado al ser considerado “un viejo sordo que vivía encerrado en su casa”. También Goya retrató a Fernando VII en varias ocasiones.
En 1820 hubo un pronunciamiento militar que acabó con el Sexenio absolutista (1814 – 1820) dio paso al llamado Trienio Liberal (1820 – 1823), en el que Fernando VII es obligado a jurar la Constitución española de 1812 y a suprimir la Inquisición española. Poco duró, pues el rey, que aparentaba acatar el régimen constitucional, conspiraba para restablecer el absolutismo, lo que se logró tras la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis, en 1823, dando lugar a la última fase de su reinado, la llamada Década Ominosa.
Vuelve la represión y Goya, temiendo los efectos de la persecución, termina por exiliarse en Burdeos en 1824, donde residiría hasta su muerte en 1828 a excepción del verano de 1824 en el que visitó París, ya nunca regresaría a España. Desde allí escribiría esa carta a Joaquín María Ferrer, con 79 años, y que da título a la exposición: “…solo la voluntad me sobra”.
Como vemos, a Goya le tocó vivir grandes momentos históricos de la vida de España, definitivos, en el que se alternaron periodos de paz y prosperidad con otros tremendamente oscuros y hostiles, crueles e injustos, que marcaron su vida y obra. Y, sin duda, fue un adelantado a su tiempo.
Esto es todo por hoy, nos despedimos hasta la próxima entrada en nuestro blog www.tasararte.com/blog/