La generosidad del coleccionista.

Parece bastante común que los coleccionistas de arte, pasado un tiempo y dada la intensidad de dicha ocupación, desarrollen un generosidad sin límites y terminen convirtiéndose en auténticos filántropos, donando al Estado y en concreto a los museos públicos parte de su Patrimonio en arte.

Cambio de mentalidad.

El cambio de talante de los ciudadanos hacia la institución museística, su cariño y su confianza hacia las colecciones de arte de todos, ha facilitado el que los museos, a pesar de la falta de presupuesto para las adquisiciones, vaya engrosando poco a poco sus bienes para fomentar la importancia al legado cultural de nuestro país; eso podría calificarse como un sentimiento de puro afecto al beneficiado.

Hans Rudolf Gerstenmaier.

Alemán, hombre hecho a sí mismo, amante de España y de su cultura. Hans Rudolf Gerstenmaier (Hamburgo, 1934) llegó a España en busca de oportunidades en 1962, en autobús, autoestop y con mil pesetas en el bolsillo. Primero recaló en Barcelona, y pronto se trasladó a Madrid. Comenzó trabajando como representante de la firma de camiones MAN, y pronto se dio cuenta de las posibilidades del negocio de recambios. Así, en 1964 fundó su propia empresa de recambios para coches alemanes, que comenzó con dos empleados y en apenas diez años ya eran ciento cincuenta con treinta delegaciones en España.

Su nueva situación económica favoreció el surgimiento y desarrollo de una incipiente actividad coleccionista a principios de los años 70, en la que contó decisivamente su descubrimiento del arte español.

La colección, origen y evolución; sus reflexiones.

Como los grandes coleccionistas de antaño, empezó a coleccionar buscando lo bello; es decir, priorizaba su gusto personal por encima de otras consideraciones. Con el paso del tiempo, la Colección Gerstenmaier se ha convertido en una de las más interesantes e importantes del panorama español. En treinta años ha conseguido reunir más de ciento cincuenta pinturas europeas de diversas escuelas y procedencias, destacando poderosamente la pintura flamenca.

Cuando se le pregunta por los factores a tener en cuenta a la hora de comprar un cuadro responde que lo primero es el flechazo, y que influyen ciertas cosas que para un coleccionista son básicas, como la procedencia del cuadro: “La obra por encima de todo tiene que ser autentica, y esa autenticidad se realiza a través de la recomendaciones, del vendedor, publicaciones para confirmar la legitimidad del autor. Hoy en día un cuadro de Sorolla sin la confirmación de estos aspectos, por ejemplo, pierde validez”. Y añade que: “El coleccionismo es lo más bonito que puede haber, pero hay que tener mucho cuidado porque te puedes envenenar. Lo que a mí más me ha influido ha sido mi estancia en España. Para mí España es un país que tiene un contacto permanente con la historia y la cultura y esta circunstancia no se encuentra de la misma manera, por ejemplo, en Alemania”.

En 2002 vendió su empresa a una multinacional suiza y, retirado de los negocios, se concentró en su actividad coleccionista y en la difusión de su obra a través de numerosas exposiciones por toda la geografía española y también en el extranjero como Cascais en Portugal, México D.F., París, Santiago de Chile o Lima.

La donación al Museo del Prado y la exposición.

Todas las cosas tienen un fin y creo que los cuadros no deberían estar nunca guardados en una casa. Los coleccionistas debemos mostrarlos y el Museo del Prado es una magnífica manera de exhibirlos.

Son once las obras que Hans Rudolf ha donado al Museo del Prado, que se exhiben desde el pasado día 15 de julio hasta el próximo 12 de enero de 2020:

Agustín de Riancho – Paisaje, h. 1890-1900. Óleo sobre lienzo, 77,5 x 127,5 cm. Museo del Prado. Donación Hans Rudolf Gerstenmaier.
Aureliano de Beruete – Grindelwald, 1907. Óleo sobre lienzo, 56 x 81 cm. Museo del Prado. Donación Hans Rudolf Gerstenmaier.
Darío de Regoyos – Alrededores de Bruselas, 1881. Óleo sobre lienzo, 101,2 x 70,5 cm. Museo del Prado. Donación Hans Rudolf Gerstenmaier.
Darío de Regoyos – El pino de Béjar, 1900. Óleo sobre lienzo, 55 x 35,5 cm. Museo del Prado. Donación Hans Rudolf Gerstenmaier.
Joaquín Sorolla – Ella J. Seligmann, 1913. Óleo sobre lienzo, 150,5 x 108,5 cm. Museo del Prado. Donación Hans Rudolf Gerstenmaier.
Ignacio Zuloaga – Una manola, h. 1913. Óleo sobre lienzo, 93,5 x 73,5 cm. Museo del Prado. Donación Hans Rudolf Gerstenmaier.
Hermenegildo Anglada-Camarasa – Interior de un café-concert, h. 1900. Óleo sobre tabla, 21,5 x 27 cm. Museo del Prado. Donación Hans Rudolf Gerstenmaier.
Joaquín Mir – Torre Solà. Montornès, h. 1914-21. Óleo sobre lienzo. 65,5 x 81,5 cm. Museo del Prado. Donación Hans Rudolf Gerstenmaier.
Eduardo Chicharro – Bayaderas indias, h. 1924. Óleo sobre lienzo, 149 x 140 cm. Museo del Prado. Donación Hans Rudolf Gerstenmaier.
Juan de Echevarría – Familia gitana, Palencia, 1925. Óleo sobre lienzo, 73,5 x 92,5 cm. Museo del Prado. Donación Hans Rudolf Gerstenmaier.
Juan de Echevarría – Mariquiña de Valle-Inclán, h. 1928. Óleo sobre lienzo, 46 x 38 cm. Museo del Prado. Donación Hans Rudolf Gerstenmaier.

No sólo es un gesto de generosidad.

Es un ejemplo de generosidad, de sensibilidad, de coleccionismo, un ejemplo a seguir para todas aquellas personas que tengan posibilidades de contribuir al enriquecimiento artístico de España. Hans Rudolf vino a España con 28 años. España le acogió y aquí desarrolló su carrera, su vida, sus amigos, su colección.

Hans Rudolf tiene ahora 85 años y 57 de ellos los ha pasado en España. Siente que está “devolviendo” a España lo que tanto le ha dado; no sólo es un gesto de generosidad, es también un gesto de amor y correspondencia.

Esto es todo por hoy, buen fin de semana hasta la próxima entrada en nuestro blog www.tasararte.com/blog/

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