En la Galeria de Los Uffizi en Florencia, en la Sala de Sandro Botticelli, a un turista italiano de 70 años le dio un infarto al contemplar tanta belleza, ante la obra El nacimiento de venus; fue tal su emoción que se desplomó y tuvieron que atenderle médicos que como turistas deambulaban por las salas.
Es el conocido Síndrome de Stendhal, una reacción romántica ante la acumulación de belleza y la exuberancia del goce artístico. Se denomina así por el famoso autor francés del siglo XIX, Stendhal (seudónimo de Henri-Marie Beyle), quien dio una primera descripción detallada del fenómeno que experimentó en 1817 en su visita a la basílica de la Santa Cruz en Florencia. Es una reacción psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión, temblor, palpitaciones, depresiones e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a obras de arte, especialmente cuando éstas son particularmente bellas. También puede suceder ante escenarios históricos, como campos de batalla, palacios, ruinas históricas o lugares en los cuales se hayan producido hechos muy importantes.
El efecto de la contemplación de arte, al igual que la música, tiene una gran fuerza psicológica en los seres humanos. Quienes contemplan silenciosamente algo tan bello como una obra de arte pueden sentirse abrumados y sentir un vuelco en el corazón. Hace unos años un joven tuvo un ataque epiléptico frente a La primavera, también de Botticelli, y otro hombre desvaneció ante La cabeza de la Medusa de Caravaggio durante la inauguración de la nueva sala dedicada al artista, también en los Uffizi.
A pesar de estos desmayos hay quienes afirman el poder curativo del arte y su función terapéutica. Manuel Vicent lo relata en su novela La novia de Matisse, de hecho, algunos museos aprovechan los días de cierre al público para organizar visitas guiadas para personas enfermas psicoemocionalmente o con trastornos cognitivos. Se están realizando estudios a personas que, a través de una muestra de saliva antes de entrar en el Santuario Barroco de Vicoforte, se comprueba que al salir de la visita los niveles de cortisol u hormona del estrés se han reducido considerablemente, en muchos casos más de un 60%.
Hay que visitar más espacios artísticos con patrimonio cultural para gozar de una mejor vida, algo parecido nos ocurrió hace ya algunos años ante La Danza de Matisse y Las Señoritas de Avignon de Picasso en el MOMA de Nueva York.
Con estas líneas de exaltación de la belleza y del poder curativo del arte nos despedimos por hoy. Feliz años 2019 y hasta la próxima entrada en nuestro blog www.tasararte.com/blog/