El último capítulo sobre los doce trabajos de Heracles (o Hércules según la mitología romana).
Hoy terminamos un ciclo de tres entradas de blog en las que hablamos de Heracles (o Hércules) y las doce pruebas que tuvo que pasar. En el primer capítulo lo hicimos sobre los cuatro primeros episodios: El león de Nemea, La Hidra de Lerna, El Jabalí de Erimanto y La Cierva de Cerinea. En el capítulo segundo fue sobre los cuatro siguientes: Las Aves del lago Estínfalo, Los establos de Augías, El Toro de Creta, y Las yeguas de Diomedes. Hoy abordamos las últimas cuatro pruebas que tuvo que pasar el héroe: El cinturón de la reina de las Amazonas, Los bueyes de Gerión, Capturar al Can Cerbero y Las manzanas de oro de las Hespérides.
El cinturón de la reina de las Amazonas
Heracles tuvo que ir al reino de las amazonas para conseguir el cinturón de su reina Hipólita, como símbolo de su poder. La reina aceptó entregárselo al héroe voluntariamente, pero Hera, eterna enemiga de Heracles, disfrazada de amazona, propagó el rumor de que la reina había sido raptada y provocó una lucha entre las amazonas y los compañeros de Heracles, un grupo formado por los participantes a la expedición de la nave Argos. El héroe, creyéndose traicionado, mató a Hipólita, llevando su cinturón a Micenas.
Las amazonas eran un pueblo compuesto por mujeres guerreras, que vivían junto al Mar Negro. Se amputaban el pecho derecho para que no les estorbase al disparar el arco o lanzar la jabalina.
Varios artistas produjeron sus versiones sobre este noveno trabajo de Hércules, prefiriendo representar el momento en el que el héroe le arrebataba el cinturón mágico a Hipólita.
Los bueyes de Gerión.
Para llegar a donde estaban los rebaños de bueyes rojos, custodiados por Gerión, gigante de tres cuerpos y tres cabezas.
Hércules tuvo que atravesar océanos y llegar a la isla de la Puesta del Sol, fue un viaje tremendamente azaroso. Finalmente logró hacerse con los bueyes y los embarcó rumbo a los Tartessos, en donde erigió el peñón de dos columnas, el Peñón de Gibraltar y Ceuta. Finalmente el ganado fue sacrificado a Hera por Euristeo.
Los pintores de vasijas eligieron el momento en el que en la ardua travesía de Heracles con los bueyes.
Capturar al Can Cerbero.
Cancerbero era el perro de Hades, custodiaba la entrada a su reino, el de los Infiernos. Euristeo encarga al héroe secuestrar al can de tres cabezas, ya que adentrarse en el mundo subterráneo suponía una violación al ser un reino sagrado.
Heracles pide a Atenea y a Hermes ayuda para traspasar la puerta del inframundo. Heracles, para no ofender a los dioses, se inicia en los misterios de Eleusis, en los cuales los creyentes aprendían a acceder al otro mundo. Hércules había matado a muchos enemigos, y estaba contagiado por su sangre, además era extranjero y no podía iniciarse en los misterios, por lo que fue adoptado por un eleusino. Esta adopción propició que Heracles entrara al reino subterráneo, cruzando la laguna Estigia en la barca de Caronte.
El descenso a los infiernos es un tema recurrente en la mitología. Los héroes buscan allí conocer su destino. Es, como dirían los psicoanalíticos, como el descenso al subconsciente.
Las manzanas de oro de las Hespérides.
Gea, la gran diosa que creó el Universo, regaló a Hera las manzanas de oro, y éstas fueron plantadas en su jardín. Estaban custodiadas por un dragón y tres ninfas del atardecer (las Hespérides).
Euristeo quiso que Heracles se las trajera. Para ello había que averiguar el camino a seguir, y Nereo, el viejo dios del Mar, diseñó un itinerario que va desde el norte de Grecia al norte de África.
Durante el camino hubo un gran número de aventuras; entre éstas, Heracles derrotó a Anteo, hijo de Poseidón y Gea.
Más adelante liberó a Prometeo, sometido a un terrible castigo por Zeus, en el que, encadenado a una roca, su hígado era devorado cada día por un águila regenerándose cada noche. Heracles mató con una flecha al águila, y el titán (Prometeo) le brindó su ayuda, diciéndole que no debía coger con su mano las manzanas.
Llegado por fin al jardín de las Hespérides, Heracles convenció a Atlas para que recogiese algunas de las manzanas, ya que siendo padre de las Hespérides, no tendría problema alguno en recogerlas. Pero Atlas (o Atlante) sufría un castigo de Zeus por el que tenía que portar sobre sus hombros la bóveda celeste.
Heracles sostuvo los cielos mientras Atlas hacía el cumplido, pero al volver, Atlas decidió no portarlos y se ofreció a llevar él mismo las manzanas a Euristeo. Heracles le engañó haciendo ver que aceptaba, pero le puso de condición el poder acomodarse mejor la capa, para lo que debía sujetar los cielos durante el momento que tardaba en hacerlo. Atlas accedió y en el momento en el que volvió a cargar la bóveda, Heracles cogió las manzanas y se marchó a terminar su misión.
Las Hespérides se transformaron en árboles. Otra versión dice que Euristeo le devolvió las manzanas a Hércules y éste se las ofreció a Hera.
Por último, destacamos los relieves del Templo de Zeus en Olimpia, para reconocer el orden y la iconografía de los doce trabajos de Hércules, en las que el héroe triunfa siempre por su astucia, imponiendo el orden sobre el caos. Esto es todo por hoy, nos despedimos hasta la próxima entrada de nuestro blog www.tasararte.com/blog/.