Los doce trabajos de Heracles (o Hércules según la mitología romana).
En nuestra anterior entrada de blog hablamos de Heracles, el nacimiento de su mito, el origen de la Vía Láctea, y de sus doce trabajos, de los que desarrollamos los cuatro primeros episodios: El león de Nemea, La Hidra de Lerna, El Jabalí de Erimanto y La Cierva de Cerinea. Hoy continuamos con los cuatro siguientes: Las Aves del lago Estínfalo, Los establos de Augías, El Toro de Creta, y Las yeguas de Diomedes.
Las Aves del lago Estínfalo.
Las aves del lago Estínfalo eran unas criaturas monstruosas que se caracterizaban por tener el pico, sus patas y sus alas de bronce, además, sus excrementos eran venenosos y destruían la cosecha, el ganado y a las personas que pasaban alrededor del lago. En ocasiones tenían hábitos carnívoros y no sólo atacan al ganado sino también a humanos, y cuando se irritaban, lanzaban sus plumas como flechas. Era tal la cantidad de estas aves que habitaban en este lago de Arcadia que cuando levantaban el vuelo impedían que las aguas del lago recibieran la luz del sol o el reflejo de las estrellas.
A Heracles le costaba completar su misión, las aves eran demasiadas para sus flechas. Es entonces cuando le ayuda la diosa Atenea, dándole un cascabel de bronce (castañuela, campana o címbalo según otras versiones) que tenía la propiedad de ahuyentar a los temidos pájaros, mandándole que lo hiciese sonar desde una colina. Al hacerlo, las aves se asustaron y emprendieron el vuelo, muchas las pudo matar Heracles con sus flechas, y el resto huyeron y no se las volvió a ver; la mayoría huyeron a la isla de Ares, en el Mar Negro (en donde fueron más adelante encontradas por los Argonautas).
Dentro de la Historia del Arte, este trabajo está muy poco ilustrado por los artistas. Curiosamente, Alberto Durero escogió este tema para la única obra mitológica que pintó.
Los establos de Augías.
El rey de Élide, en la península de Peloponeso, era Augías. Este monarca poseía muchos rebaños, que acumulaban estiércol en los establos, quedando los campos privados de su abono, y por lo tanto, estériles.
Euristeo, rey de la Argólida, quería humillar a Hércules, encargándole la limpieza de los establos de Augías (un trabajo servil), y el héroe, antes de hacer limpieza, concertó un salario con Augías. Para cumplir su misión tenía que realizarla en un solo día.
Nadie esperaba que Heracles lo consiguiera, ya que en este trabajo la fuerza no le servía de nada, pero lo que hizo el astuto héroe fue desviar el cauce de los ríos Alfeo y Peneo, llevándolos a través de los establos por un canal que él mismo había cavado. Los ríos arrastraron toda la suciedad y Heracles, ante la sorpresa de todos, completó su quinto trabajo.
El Toro de Creta.
Algunas voces decían que el Toro de Creta había raptado a Europa, a petición de Zeus. Otros, que había sido el amante de Pasífae; incluso que había salido del mar y echaba fuego por la nariz para retar a Poseidón. El caso es que Hércules debía llevárselo vivo a Euristeo.
En Creta, el rey Minos se negó a ayudarle, pero le autorizó a apresarlo; Heracles lo consiguió. El toro fue atrapado y matado por Teseo, episodio muy representado en las artes.
Las Yeguas del rey Diomedes.
Las Yeguas de Diomedes eran unos animales carnívoros que el gigante Diomedes, rey de Tracia, tenía encadenados, alimentándolos con la carne de sus inocentes huéspedes.
Heracles consiguió que devoraran a su dueño, y las yeguas, ya saciadas, las pudo llevar fácilmente ante Euristeo.
Aún le quedan cuatro trabajos por hacer a Heracles.
En nuestra próxima entrada de blog www.tasararte.com/blog/ abordaremos los últimos cuatro trabajos del héroe: El cinturón de la reina de las Amazonas, Los bueyes de Gerión, Capturar al Can Cerbero y Las manzanas de oro de las Hespérides.