Siendo un artista eminentemente adelantado a su tiempo, El Greco no logró convencer a sus contemporáneos. Presentó, para las obras de El Escorial, su pintura San Mauricio y la legión tebana, pero a Felipe II no le agradó.
La Natividad es una obra maestra del Greco, realizada entre 1603 y 1605, durante su último período toledano. Actualmente, se encuentra en el santuario de Nuestra Señora de la Caridad. En esta obra destacan los personajes alargados y la luz divina característica de su estilo. El Niño Jesús aparece como el foco luminoso que guía a la humanidad, un símbolo poderoso y profundamente necesario en un mundo que, más que nunca, busca orientación en su camino hacia la Verdad.
Perteneciente al periodo tardío del pintor, la escena de La Natividad se simplifica notablemente. El Nacimiento se representa sin la presencia de pastores ni reyes magos, solo con un buey que, a los pies de la Virgen, comparte la intimidad del momento sagrado.
Durante su vida, y aún después, nadie fuera de su contexto inmediato prestó atención a las creaciones de El Greco. Incluso se llegó a difundir la idea de que padecía astigmatismo para justificar su particular estilo. Sin embargo, tras siglos de olvido, a finales del siglo XIX y principios del XX, los representantes de las vanguardias artísticas comenzaron a verlo como un creador adelantado a su tiempo y profundamente original.
Como señaló Eugenio d’Ors, quien lo llamó “el pintor de las formas que vuelan”, El Greco tuvo que esperar 300 años para que su genio fuese reconocido plenamente. Hoy, su obra es considerada uno de los capítulos más puros del arte religioso, destacando como la expresión de un espíritu innovador y visionario.
Autor: El Greco
Fecha de creación: 1597
Ubicación actual: Santuario de Nuestra Señora de la Caridad
Estilo artístico: Manierismo
Material: Óleo sobre lienzo
Técnica: Pintura al óleo