El arte en los campos de concentración. Con Auschwitz acabó la poesía pero no el arte, los propios internos seguían realizando sus creaciones en medio del horror y dejando constancia de que todavía existía humanidad en sus almas; cualquier forma de arte era una forma de resistencia, de vida, de lucha contra el terror que quería anularles como humanos.
Ahora, en Cracovia, cerca de 200 pinturas, dibujos y pequeñas esculturas creadas por prisioneros del campo de concentración de Auschwitz pueden verse por primera vez en una exposición llamada “Face to face. Art in Auschwitz” (Cara a cara. Arte en Auschwitz), que se presenta en el Szołayski Tenement House, una sucursal del Museo Nacional de Cracovia, en Polonia. El motivo es el setenta aniversario de la conversión de Auschwitz como museo.
En la muestra se exhiben los originales del llamado “Cuadernos de bocetos de Auschwitz”, un set de dibujos que un preso anónimo hizo con lápiz y escondió dentro de una botella. Un guardia los encontró en 1947, dos años después de la guerra. Las imágenes son escalofriantes deportaciones de judíos separados de sus familias, de encarcelamientos de víctimas y su camino a las cámaras de gas.
Una sala de la exposición se llama “Sueños y anhelos” y reúne las obras que los presos hicieron para olvidarse por un rato del horror que estaban viviendo. Incluye imágenes de sus seres queridos, pequeños objetos realizados por prisioneros con sus propias manos, o cuentos infantiles creados en el campamento.
También se exhiben los trabajos que los presos fueron obligados a pintar por las autoridades del campo, murales propagandísticos para el comedor de sus asesinos reflejando la estética nazi y su ideología racista y fanática.
Se trata de mostrar a los ojos del visitante que el arte puede volver a recrear la memoria de unos tiempos pretéritos repletos de atrocidades, las imágenes acogen retratos de internos, escenas de torturas y palizas, marchas bajo el frío; mudo queda quien lo visita.
