Dos grandes pintoras, figuras imprescindibles del siglo XVI.
En concreto, de la segunda mitad del siglo XVI. Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. El madrileño Museo del Prado, dentro del marco de las múltiples actividades de celebración de su bicentenario, presenta ahora la exposición: “Historia de dos pintoras: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana”, una muestra que reúne trabajos fundamentales de estas dos grandes artistas, imprescindibles de la Historia (con mayúsculas) del Arte.
Ya en 2016 el Museo del Prado reivindicó la figura de la mujer artista en la historia con la exposición de “El arte de Clara Peeters”, y ahora se reafirma con esta exposición, que cuenta con un total de sesenta y cinco obras, cincuenta y seis de ellas pinturas, que nos proponen un recorrido de la trayectoria artística de estas dos mujeres, que tuvieron reconocimiento y notoriedad entre sus contemporáneos, cuyas figuras se diluyeron a lo largo del tiempo y ahora de nuevo alcanzan el mérito que les corresponde.
Las obras proceden de más de una veintena de colecciones europeas y americanas, y está comisariada por Leticia Ruiz, Jefa del Departamento de Pintura Española hasta 1500 en el Museo.
Sofonisba y Lavinia, lo que las une y lo que las diferencia.
Sofonisba Anguissola (Cremona, c. 1535-Palermo, 1625) y Lavinia Fontana (Bolonia, bautizada el 24 de agosto de 1552-Roma, 11 de agosto de 1614), ambas italianas y coincidieron en el tiempo. Una se formó en Cremona y la otra en Bolonia, dos centros artísticos relativamente cercanos pero cada uno con sus propias tradiciones pictóricas, sociales y culturales.
Las dos tuvieron éxito y reconocimiento en vida. A Sofonisba Anguissola se la considera la primera mujer pintora de éxito del Renacimiento, con veintisiete años se estableció en España en la corte del rey Felipe II, primero como dama de Isabel de Valois y, tras la muerte de la reina, como tutora de las infantas, especialmente de Isabel Clara Eugenia. Y Lavinia Fontana fue una de las pintoras más importantes de su época, dirigió su propio taller y fue pintora oficial de la corte del Papa Clemente VII.
El tipo de familia a la que pertenecieron era diferente, pero en ambas la figura de su padre fue fundamental para el desarrollo de sus carreras. Sofonisba Anguissola, perteneciente a una familia de la pequeña nobleza de Cremona, fue educada con esmero, Recibió lecciones de música, danza, literatura, dibujo y pintura. Realizó numerosos autorretratos en los que reflejaba los ideales femeninos del momento: discreción, pudor, modestia o prudencia. Gracias al despliegue diplomático de su padre, estos autorretratos se convirtieron en cartas de presentación y raras piezas de coleccionista que forjaron su temprana fama como dama pintora.
En el caso de Lavinia Fontana, creció en una ciudad, Bolonia, que en aquel momento destacaba por su progresismo; de hecho, la Universidad de Bolonia fue la primera en aceptar a mujeres para que cursaran sus estudios. su padre fue un pintor de cierto prestigio, Próspero Fontana, que le enseñó el oficio. Ya desde muy joven se hizo un nombre como pintora de pequeñas obras de gabinete, principalmente retratos, fue la primera en ser reconocida como una profesional, la pintora que traspasó los límites y los géneros impuestos a las mujeres.
Rompieron con los estereotipos del momento.
Nacidas en Italia con dos décadas de diferencia, no consta que llegaran a conocerse personalmente, pero se sabe que Lavinia Fontana sí tuvo conocimiento de la obra de Sofonisba Anguissola. Ambas supieron romper con los estereotipos que la sociedad asignaba a las mujeres en relación con la práctica artística, el arraigado escepticismo sobre las capacidades creativas y artísticas de la mujer, y ambas se valieron de la pintura para alcanzar un papel significativo en la sociedad en que les tocó vivir.
Esto es todo por hoy, buen fin de semana hasta la próxima entrada en nuestro blog www.tasararte.com/blog/