
Cada periodo de tiempo aparecen nuevos conceptos en la sociedad, en este mundo en el que todo viaja a la velocidad del vértigo se lee de manera recurrente el término “Crowdfunding” o micromecenazgo en el mundo del arte, todavía ambiguo y en proceso de comprensión. La Feria de arte contemporáneo Art Basel inaugura su 46ª edición haciendo gala de una nueva etapa en la que se contemplará la iniciativa de micro financiación colectiva por Internet para apoyar organizaciones dedicadas al arte visual con fines no lucrativos que no encuentran financiación. Los proyectos son seleccionados por un grupo de curadores independientes e incluyen edición de catálogos, exhibiciones en espacios públicos o encargo de performances. Es loable en una feria conocida por las enormes cifras que se pagan por obras de arte; ya que hay que descubrir nuevos talentos y sólo la financiación colectiva puede dar voz a quienes todavía no existen, si entendemos el oficio de coleccionar arte como el de vivir: un compromiso con su tiempo, la creación y los artistas. Estas iniciativas se están adoptando a otra escala también en las grandes ciudades, como en Madrid, a través de la plataforma de arte La Colmena, en una nave industrial de Carabanchel, como trampolín para creadores emergentes; o la plataforma Rive Gauche Madrid (RGM) que busca potenciar la interacción entre espacios artísticos y creativos en el centro de Madrid. Dando vueltas al tema y como reflexión, este tipo de iniciativas serían un complemento a la oferta de Museos de arte contemporáneo o “Kuntshallemuseum” -¿Recuerdan que los diferenciamos de los museos habituales?, ¿y que los definimos como museos más cercanos a la experimentación en artes plásticas?-; nos gusta ver que la evolución social pasa por idear nuevas formas de insertar en la sociedad el arte como componente indispensable, buscando vías de financiación adaptables a los tiempos que corren.
Hablando de museos de arte contemporáneo, parece ser que está en entredicho la gestión de Consuelo Císcar en sus diez años de dirección en el Instituto Valenciano de Arte Moderno, salen cifras que revelan numerosas irregularidades, como pagos del 1.500% más del valor de algunas adquisiciones (hay quien parece no sabe gestionar el tener poder, y eso pasa factura). Quien parece que sí ha hecho una magnífica gestión es Bartomeu Marí en el MACBA, deja la dirección del museo por aquel tema que ya tratamos en su día, pero tras lidiar con la peor crisis económica organizó muestras destacadas, reforzó el elemento patrimonial haciendo magnificas adquisiciones, consolidó las relaciones internacionales entre organismos potenciando la política de préstamos y coproducciones, favoreció el Centro de Documentación pionero en el tratamiento de archivos de artistas Art & Languages , incrementó la actividad educativa, creó un museo laboratorio con hermosas exposiciones abriéndose a las nuevas generaciones e intentando saldar la deuda del MACBA con el arte catalán. Adiós a un director de museos más allá de la crisis. Un museo de referencia es el Museo del Prado (como todos sabemos) pero apunta Miguel Falomir (adjunto a la dirección) que cuando él llegó al Prado hace 18 años, la prensa internacional lo denominaba como un museo enfermo (cuesta creerlo); y que ahora es un referente mundial y un modelo a exportar. Lo que sí es cierto son los enormes cambios que se han producido en los últimos años y que siguen produciéndose en la museografía y en la museología, conceptos que abordan significados distintos (de esto ya hablaremos en otra ocasión).

Contarles que un juez de California ha determinado que el Museo Thyssen no tiene que devolver a sus legítimos propietarios la obra de Camille Pissarro “Calle St.Honoré por la tarde. Efecto lluvia” de 1897. Parece que la obra perteneció a Lilly Cassirer, obligada a desprenderse de la obra por un precio bajísimo para comprar un visado que le permitiera salir de Alemania en la II Guerra Mundial, el Barón lo adquirió en 1976 para su colección y en el año 2000 Claude Cassirer nieto de Lilly lo descubrió colgado en las paredes del museo; todo acabó en tribunales que finalmente han desestimado la demanda de sus propietarios tras diez años de litigios. El museo, por un lado aliviado, está contemplando poner una placa próxima al cuadro que explique la historia como “reconocimiento moral”. Un museo que está pensando sanear su déficit vendiendo dos de sus obras es la Colección de arte Russborough House en Irlanda, los patronos quieren subastar en Christie’s en Julio los cuadros del maestro Pedro Pablo Rubens “Cabeza de hombre con barba” y “Venus suplicando a Júpiter”, que podrían alcanzar 4 y 3 millones de euros respectivamente. Ello ayudaría a gestionar el déficit y reparar la maltrecha infraestructura; por todo esto se ha montado una buena entre detractores de la causa y quienes la apoyan. No es la primera vez que nos encontramos con este tipo de noticias.

Unas últimas líneas para contarles que Santiago Calatrava expone siete esculturas de motivos botánicos de tamaño monumental en las calles de Manhattan. Que el fotógrafo Nicolás Muller (Hungría 1913 – Asturias 2000) expone 125 imágenes en una muestra de Photoespaña en la Lonja de la Capital Aragonesa. Y que los atentados contra el Patrimonio cultural continúan en Oriente Medio; “Mutilar el pasado para destruir el futuro” es el titular con que un medio llama la atención sobre el tema, mencionando múltiples ejemplos en los que la historia de la guerra ha estado siempre marcada por la aniquilación de la cultura del otro. Lamentamos no poder extendernos más, gracias de corazón por leernos https://www.tasararte.com/blog/