El Museo Thyssen de Madrid presenta en 2019 una exposición retrospectiva del legendario artista Balthasar Klossowski de Rola (1908-2001), conocido como Balthus.
Considerado como uno de los grandes maestros del arte del siglo XX, Balthus es sin duda uno de los pintores más singulares de su tiempo. Su obra es diversa y ambigua y tan admirada como rechazada, siguió su propio camino contrario al de las vanguardias, desarrolló una forma personal y única de arte de vanguardia, un estilo figurativo alejado de cualquier etiqueta, muy personal e individualista.
Su personal lenguaje pictórico, de formas contundentes y contornos muy delimitados, combina los procedimientos de los maestros antiguos con determinados aspectos del surrealismo, y sus imágenes encarnan una gran cantidad de contradicciones, mezclando tranquilidad con tensión extrema, sueño y misterio con realidad o erotismo con inocencia.
La obra que mostramos es “Thérèse soñando (Thérèse Dreaming)”, de 1938, un óleo sobre lienzo de 149,9 x 129,5 cm. perteneciente al Museo Metropolitano de Nueva York, y que ahora se encuentra en Madrid en esta magnífica e imprescindible exposición en el Museo Thyssen.
En el cuadro Balthus retrata a su vecina de 11 años, Thérèse Blanchard, que fue modelo de buena parte de su obra. Está en una postura bastante sugerente, incómoda, levantando la pierna y enseñando su ropa interior, como abstraída.
Balthus, «el rey de los gatos» no veía nada sucio en sus cuadros, todo lo contrario. Para él las niñas que pintaba eran «seres puros, y su inocente impudor es propio de la infancia. Lo morboso se encuentra en otro lado». En efecto, es el espectador, ese oscuro voyeur, el que mancha la inocencia de estas despreocupadas niñas.
Pero lo cierto es que abundan en su obra las niñas en extrañas poses, que nunca sonríen y aparecen acompañadas de gatos lamiendo leche. En la pintura de Balthus se respira un erotismo morboso bastante alejado de la inocencia.
Quizás en ese ambiente burgués, e intoxicado con los efluvios surrealistas, el artista comprendió que el escándalo podía ser una de sus mejores bazas; Balthus sabía muy bien que el arte no es ni debe ser una actividad inocente sino todo lo contrario. Sabía muy bien que es una especie de espejo para vislumbrar lo que somos, lo que parecemos, o lo que no debemos ser.
El pintor explotó como nadie el aspecto sexual en su obra, amplificando lo incómodo e inquietante, lo prohibido. Y hoy en día, que vivimos extraños tiempos de poquísima libertad y absoluta corrección política, de cruzadas por el bien común y defensores de nuestra moral, quizás la pintura de Balthus sea todavía más escandalosa que en 1938.
Precisamente de esta corrección política hablamos en nuestro blog en diciembre de 2017 cuando fue noticia una petición de recogida de firmas para solicitar al Museo Metropolitano de Nueva York que añadiesen una leyenda explicativa o retirasen de sus paredes esta obra. Hasta la próxima entrada en nuestro blog www.tasararte.com/blog/