Cuando se trata de una mala restauración.

Por estos días se habla de una restauración fallida de la imagen de La Inmaculada de El Escorial, copia realizada a principios del siglo XX de una obra de Bartolomé Esteban Murillo, que ha destrozado completamente la pintura.

El propietario se ha mostrado atónito con el resultado del proceso en el que encargó a un restaurador de muebles la restauración y conservación de esta copia, perteneciente a la colección familiar.

La importancia de una buena restauración.

Lamentablemente, aberraciones como esta son mucho más frecuentes de lo que se piensa. En el 2012 hubo el caso de una feligresa que intentó restaurar un fresco de Jesucristo en su iglesia local. En aquella ocasión, se perdió por completo la imagen original, por lo que la pintura quedó arruinada. En el 2019 se restauró una escultura de San Jorge, del siglo XVI, de una iglesia de Navarra, que también resultó ser un desastre.

Los profesionales, restauradores y conservadores del país, condenan la falta de protección legal del Patrimonio, y han calificado el incidente como un acto de vandalismo.

Restaurar significa restablecer, reparar o recobrar dicho objeto para conseguir un determinado estado, y conservar significa mantener, cuidar, o garantizar la existencia de un objeto.

La restauración en el mundo del arte.

Desde la más remota antigüedad, se conocen hechos llevados a cabo para preservar obras de arte. Claro es el ejemplo de restauración del Laocoonte emprendido por Miguel Ángel y Giuliano Da Sangallo, o la carta que Rafael dirige al Papa León X, como superintendente de las antigüedades de Roma, en la que el artista quiere despertar la conciencia de tutelar y conservar la herencia del pasado.

Otro ejemplo que nos viene a la cabeza es el de la destacable figura de Carlo Maratta, pintor y coleccionista del siglo XVII – XVIII, primer restaurador al que se le encargó el mantenimiento de numerosas pinturas murales de los grandes palacios romanos, y de la restauración de los frescos de las estancias Vaticanas de Rafael.

Restauración Al Estilo vs Anti-Restauración.

En arquitectura, en el siglo XIX, llama la atención el encontronazo de opiniones de cómo restaurar los edificios en Francia. La teoría de la Restauración al estilo, promulgada por Viollet-le-duc, enfrentada a las teorías conservacionistas de John Ruskin, que promulgaba una teoría en Inglaterra denominada Anti-Restauración; la teoría de Ruskin se encuentra en su libro “Las siete lámparas de la arquitectura”, publicado en 1849. En ella, incide en que toda obra de arte tiene una dimensión temporal, un transcurso biológico de nacimiento, vida y muerte; una historia que atañe a los avatares que sufre a lo largo de su vida, y un final que es una metáfora de su muerte, que se corresponde con la ruina.

La restauración y el respeto a la obra.

Tanto en pintura como en escultura como en arquitectura, el respeto a la obra es fundamental. Muchas veces en la historia, hemos encontrado ejemplos de destrucción e intrusismo. Debemos de apreciar la importancia del profesional al que encargamos la restauración o conservación de nuestro Patrimonio, porque como dice el refrán: “Lo barato sale caro”, o como dijo Goya: “El tiempo también pinta. Cuanto más se toquen las pinturas con pretexto de su conservación más se destruyen”.

Esto es todo por hoy, nos despedimos hasta la próxima entrada en nuestro blog www.tasararte.com/blog/

Los resultados de la intervención inadecuada, la primera intervención arriba a la derecha y la segunda (estado actual de la copia) abajo a la derecha. Foto: Coleccionista, Europa Press.
Grupo escultórico El Laocoonte y sus hijos es una de las obras más representativas del período helenístico. Es una copia en mármol del Siglo I d. C. de un original en bronce del Siglo III a. C., hecha por los escultores Atenodoro, Polidoro de Rodas y Agesandro, de la escuela de Rodas. Mide 245 cm. de altura, y se encuentra en el Museo Pío-Clementino, Ciudad del Vaticano.
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