Pintura del siglo XVI en el norte de Europa.
El Renacimiento fuera de Italia se basaba en tradiciones propias. El intercambio de ideas con Italia construyó una serie de modelos alternativos. Si a la Reforma Protestante sumamos características generales de tradición nórdica y la importancia del retrato, se crearon modelos artísticos en el Renacimiento en el norte de Europa con una trayectoria autónoma.
Alberto Durero.
Alberto Durero (en alemán Albrecht Dürer, Núremberg, 1471 – 1528) fue una figura clave en el intercambio de modelos nórdicos e italianos. Alemán de nacimiento y formación, tuvo la oportunidad de viajar por Italia y los Países Bajos.
A su inusual pericia técnica se suma su inquietud conceptual, lo que le llevó a asimilar la teoría italiana y ofrecer al público alemán una serie de tratados de anatomía y perspectiva, y todo ello lo combinó con nuevas iconografías. Esta capacidad creativa, y la enorme difusión de sus grabados, le convirtieron en uno de los artistas más influyentes, equiparable a Leonardo, Rafael o Tiziano.
Durero, sus primeros pasos.
Su padre era orfebre en Núremberg. Desde muy joven se familiariza con las técnicas de dibujo y grabado. Existe un autorretrato suyo con trece años que da testimonio de su temprana habilidad.
Durante su formación creó un estilo de renovación de la pintura alemana, que junto con la difusión de la imprenta y la expansión del grabado, crearon un antes y un después.
Con quince años ingresó como aprendiz en el taller de Michael Wolgemut, y una vez acabado su aprendizaje, emprendió un viaje de estudios por la región del Alto Rin, visitando Basilea y Colmar. En Colmar, a los diecinueve años, se integra en el taller de Martin Schongauer, cuyo taller nutría a toda Europa de modelos e imágenes, que servían de alternativa a los modelo flamencos e italianos.
Por otro lado, el estudio de la naturaleza fue una fuente fundamental. Realizaba apuntes al natural en dibujo y acuarela, consiguiendo desarrollar una notable verosimilitud.
Viajes de Durero.
Viajó por Italia, viajó por los Países Bajos. Entre 1520 y 1521, Durero se trasladó buscando la confirmación de una pensión por parte de Carlos V. En Amberes y Bruselas mantuvo contacto con pintores locales, como Quentin Massys, y conoció a Erasmo de Róterdam, quien influyó determinantemente en su pensamiento religioso, próximo a la Reforma.
El taller de Durero en Nuremberg.
Tras estos periodos formativos, creó su propio taller pictórico en Núremberg. Allí encontró un ambiente óptimo de trabajo y un reconocimiento social.
La serie de estampas tituladas “El Apocalipsis de San Juan”, realizadas entre 1497 y 1498, es la obra más relevante del momento; tenían una enorme fuerza expresiva y capacidad narrativa. Destacamos también la serie de grabados “La Gran Pasión”, que ilustraba la Pasión de Cristo con una gran ambición compositiva y tuvo una difusión extraordinaria.
Durero en Venecia.
En 1505 se encontraba en Venecia. La obra más destacada de este periodo es “La Virgen del Rosario”, de 1506, se trata de un cuadro de altar, realizado para la Capilla de la Comunidad de Expatriados Alemanes en Venecia, para la resolución de conflictos, que enfrentaban al Papa Julio II y al Emperador Maximiliano I. En esta obra, arquetipo de “Sacra conversazione”, adapta los modelos venecianos y procedimientos técnicos, como la preparación del lienzo y la aplicación de pigmentos. Él mismo se autorretrata entre los personajes. Ese mismo año, ejecutó su obra “Cristo entre los doctores”.
Regreso a Alemania.
A su regreso a Alemania realizó las dos tablas de “Adán y Eva”. Su madurez artística afectó igualmente a su trabajo como grabador. Destaca el conjunto de “La vida de la Virgen”.
Es importante comentar que participó de forma destacada en el diseño y ejecución de iniciativas de propaganda imperial para Maximiliano I, mediante el uso político de la estampa, en aquellos tiempos una novedosa utilización de la imprenta. Realizó dos series de trabajos para legitimar el poder del Soberano, cuyos títulos son “Cortejo triunfal de Maximiliano” y “El arco de triunfo de Maximiliano”, que exhibían sus victorias militares y sus enlaces matrimoniales.
Otras obras de Durero.
No podemos obviar la mención de la creación, en 1513, de tres estampas, “El caballero, la muerte y el diablo”, “Melancolía I” y “San Jerónimo en su estudio”.
Más allá de su habilidad técnica y de la comprensión de los nuevos problemas representativos del arte renacentista, Durero supo tomar de Italia dos principios fundamentales, la naturaleza creativa de la práctica artística, y la necesidad de un fundamento conceptual de la misma. Y cómo no mencionar sus autorretratos, que muestran a un artista orgulloso de su situación social, en el que recuerda a un Ecce Homo.
Hasta aquí hemos llegado, gracias por leernos, nos despedimos hasta la próxima entrada en nuestro blog, www.tasararte.com/blog/.