Así es, después de unas merecidas vacaciones en Tasararte volvemos a nuestros trabajos con energías renovadas, plenos de energía y optimismo; nos fuimos, volvemos, y el Arte siempre estuvo ahí, en cualquier rincón en donde te fijes con un poco de atención e interés.

Empezamos esta semana el blog lamentando la tragedia del terremoto en Italia y la pérdida de vidas que ha supuesto el siniestro despertar de la naturaleza. En cuanto a lo cultural se refiere, han sido aproximadamente 300 los palacios históricos, iglesias, monasterios y monumentos destruidos o dañados por el seísmo, según el Ministerio de Cultura italiano. La localidad de Amatrice, conocida como el pueblo de las cien iglesias, ha sufrido la destrucción de muchos de sus monumentos; sin embargo, la localidad de Norcia se salva del desastre humano y material porque las casas se reconstruyeron a prueba de seísmos tras el terremoto que padeció en 1977.

La basílica de San Francisco, en Amatrice, antes y después del seísmo
La basílica de San Francisco, en Amatrice, antes y después del seísmo

Sin embargo, una cosa es la fuerza de la Naturaleza y otra muy distinta la destrucción provocada por el hombre y sus ideales; nos referimos en este caso a los yihadistas y el islamismo radical, uno de cuyos objetivos es destruir la herencia cultural de los pueblos argumentando que pecan de idolatría. Un interesante artículo publicado por el diario El País nos recuerda los cinco grandes monumentos históricos destruidos por los yihadistas en el norte de África y Oriente Próximo. Uno: La ciudad de Palmira, en Siria. Dos: Hatra, en Irak. Tres: Nínive, también en Irak. Cuatro: Nimrod, de nuevo en Irak. Y cinco: Tombuctú, en Mali. En todas estas localizaciones el extremismo ha destruido monumentos, estatuas, mausoleos, bibliotecas, templos, libros y manuscritos, museos; algunas piezas circulan por el mercado negro del arte.

Un terrorista del Estado Islámico destroza una estatua en el museo de Nínive
Un terrorista del Estado Islámico destroza una estatua en el museo de Nínive

Seguimos hablando de desapariciones, afortunadamente a menor escala aunque no por ello menos lamentable. En Inglaterra, en la localidad de Cheltenham, a unos 175 kilómetros al Oeste de Londres, la obra “The Spy Booth” (La cabina espía), del artista callejero británico Banksy, desapareció durante la rehabilitación de la vivienda sobre la que estaba pintada, una casa de dos plantas del siglo XIX. La obra representa a tres espías apuntando sus micrófonos y grabadoras hacia el interior de una cabina de teléfonos real, la realizó en 2014 ironizando sobre los programas de los gobiernos para espiar a los ciudadanos, y eligió la ubicación a tan solo cinco kilómetros del centro de escuchas británico, el GCHQ. Debido a la expectación que se originó, se aprobó una normativa que protegía la obra y se prohibía moverla de su ubicación sin consentimiento de las autoridades -aun así sufrió de vandalismo con pintadas y grafitis en algunas ocasiones-. Banksy es el seudónimo de un prolífico artista del street art británico, reconocido internacionalmente, gran parte de su obra la realiza para organizaciones benéficas y para grandes empresas, vende cuadros hasta por 25 mil libras en circuitos comerciales o en la galería de su agente, Steve Lazarides.

Banksy - The Spy Booth
Banksy – The Spy Booth

Les comentamos ahora una noticia que versa sobre lo contrario de las hasta ahora expuestas, la recuperación de un patrimonio perdido, aunque en este caso se trate de una copia del original. Nos referimos al castillo del siglo XVI del pueblo de Vélez Blanco, en Almería. El antiguo propietario vendió en 1904 a un marchante francés partes de la decoración del mismo, arcos y columnas, un total de dos mil bloques de mármol ornamentados que acabaron en el Museo Metropolitano de Nueva York. Gracias a un convenio entre la Junta de Andalucía, el ayuntamiento de Vélez Blanco y la Asociación de Empresarios del Mármol de Macael se realizará la reconstrucción del patio del castillo de donde salieron. Todo ello ha sido posible gracias a la labor realizada por la residencia de artistas Joya: arte + ecología, fundada en 2009 por el matrimonio británico Simon y Donna Beckmann, ubicada en la cortijada velezana de Los Gázquez y que ha acogido ya más de 500 artistas de todo el mundo. Una de las artistas que dejó huella en esta institución fue la neoyorquina Melissa Marks, que en su infancia visitaba este museo y la reproducción del patio del castillo. Hace tres años hablaron los tres -Simon, Donna y Melissa- de “poner un gesto recíproco en el patio vacío”. Así surgió el proyecto de la actual exposición e instalación recientemente inaugurada “Double Self Split” en la que la artista durante semanas y a la vista de vecinos y visitantes ha dibujado un lienzo de 100 metros cuadrados que evoca a la decoración original, y a cuya instalación acompañan otros dieciséis grandes dibujos en color y en blanco y negro que se exhiben en el convento del pueblo. Gracias a esta magnífica iniciativa se ha conseguido crear un “puente” entre Nueva York y Vélez Blanco y como consecuencia colateral la reconstrucción futura del patio. Melissa Marks lleva veinte años dibujando, pintando y creando instalaciones murales, se licenció en Bellas Artes en la Universidad de Wesleyan y cursó un máster en Bellas Artes en la Universidad de Yale y ha expuesto en numerosas galerías y Museos de prestigio. Marks declara estar influenciada por estilos tan diversos como el Renacimiento, el japonés contemporáneo, los grabados en madera del periodo Edo, la pintura china, los cómics americanos o Van Gogh.

Melissa Marks - Double Self Split, proyecto
Melissa Marks – Double Self Split, proyecto

Esta ha sido nuestra selección de noticias esta semana, la semana que viene más y nuevas noticias en nuestro blog https://www.tasararte.com/blog/

Melissa Marks - Double Self Split, instalación
Melissa Marks – Double Self Split, instalación
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